Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Esta semana el Registro de Ciudadanos del Tribunal Supremo Electoral notificó la cancelación de once partidos políticos debido a que estos no alcanzaron el mínimo de votos requeridos y además ni uno solo de sus candidatos a diputados no fueron electos. Los partidos políticos que serán cancelados son PIN, MLP, Mi Familia, Unión Republicana, FCN Nación, Partido Popular Guatemalteco, Poder, Partido Republicano, Podemos, PAN y Humanista.

Por medio del sufragio, la ciudadanía habló claro para que el TSE lleve a cabo esta obligada depuración de partidos políticos, si es que a estos vehículos electoreros utilizados por pseudopolíticos para alcanzar un puesto público se les puede llamar así.

Resulta muy llamativo el caso de FCN Nación, que tan sólo hace 8 años llevaba a la presidencia de Guatemala al comediante Jimmy Morales, quien con su eslogan de “ni corrupto ni ladrón” se posicionaba como el outsider de la política tradicional.  El payaso resultó siendo peor que sus antecesores, Otto Pérez y Álvaro Colom, alcanzando con el Libramiento de Chimaltenango la cúspide de corrupción.  En sus discursos durante la campaña 2023, el expresidente alardeaba de que el pueblo tenía memoria y sería reelecto, y resultó que los guatemaltecos SI TUVIMOS MEMORIA y ni un solo diputado de su partido político alcanzó un curul, y su hermano, el también payaso Sammy Morales, tampoco alcanzó el mínimo de votos requerido para mantener el partido, por lo que el mismo será cancelado.

También llama la atención el caso del Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP), brazo político de CODECA, que tampoco logró colocar diputados en el Congreso y que su candidata, Thelma Cabrera, fue apeada del proceso electoral por el TSE por la invalidez del “finiquito” de su candidato a la vicepresidencia, Jordán Rodas.  El vicepresidenciable pudo hacerse a un lado y dejar que otra persona con un “finiquito” válido le sustituyera en la contienda, pero creo que su ego le ganó la partida y la consecuencia es la cancelación del partido político.

En Guatemala un partido político es de todo menos eso: partido político.  Los partidos son en realidad vehículos que utilizan personas inescrupulosas para acceder al poder o para colocar a sus allegados y socios en puestos públicos y de esta manera amasar fortunas que, en lo privado y con competencia real y legítima, no han logrado porque no tienen ni el capital, ni las competencias para administrar una empresa exitosa.  A eso se le conoce como mercantilismo, no capitalismo.  La actual Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) debe modificarse en muchos aspectos, por ejemplo, la forma de elegir diputados, por nombre y no por lista.  De igual forma, los requisitos para la formación y constitución de los partidos políticos deben ser más rigurosos, así como la fiscalización de los mismos (partidos), principalmente en lo que a las fuentes de financiamiento y los financistas se refiere.

Si pretendemos tener un mejor país, por mucho esfuerzo que hagamos desde lo privado, se necesitará que una clase política proba y con vocación de servicio, no que una gavilla de avorazados (como sucedió en los gobiernos de Giammattei, Jimmy Morales, Pérez Molina y predecesores) llegue a servirse de los recursos del Estado.

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