Edmundo Enrique Vásquez Paz

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A continuación, presento algunas impresiones sobre las cuales sería conveniente reflexionar. Giran, todas ellas, alrededor de lo que se podría denominar “conciencia ciudadana” y, algunas, alrededor de la “docilidad”.

La sacudida a la cual ha dado lugar en la mente y la actitud de los guatemaltecos este actual espectáculo eleccionario, es sensacional. Los tradicionales guionistas del rito cuatrianual que han venido llamando fiesta cívica -y califican como la auténtica demostración de que vivimos en democracia-, no han sabido escenificar el asunto y lo han echado a perder… para ellos.

El principal factor al que se le puede atribuir ese efecto o impacto que ha tenido en la ciudadanía, es el tiempo: la población ha sido expuesta durante un lapso ya demasiado largo a la farsa (entendida como pieza teatral breve, generalmente cómica, pero también, trágica). Farsa accidentada, sujeta de permanentes comentarios. No solo en las calles…

A esto, se debe sumar la oportuna y continuada aparición de muchos de los elementos reveladores de los males, de los defectos y de las maldades que la población intuía en el aparato gubernamental y los círculos de personas próximos a él. Asuntos que todos sabían, pero nunca se les habían demostrado de manera tan plástica y tan descarada enfrente de sus narices…, en la Universidad de la Calle, UC, -ahora enriquecida con las oportunidades que se ofrecen con Youtube y las múltiples redes sociales-.

Visto en conjunto, lo sucedido se podría apreciar como el trágico (¿) desmoronamiento de la condición de alineación (claramente vinculada con alienación) en la que, históricamente, se ha encontrado la ciudadanía nacional. Una alineación connotada por una actitud ciudadana acrítica y sumisa. Ambas, actitudes que, a mi criterio han empezado a dejar de ser. Habría que reflexionar sobre si lo último es cierto y, si lo es, en qué medida lo es. Así como, también, si se pueden esperar, de parte de “alguien”, que lo intente restablecer.

La última pregunta, podría conllevar el tratamiento de otras más -para efectos de lograr una respuesta coherente-. ¿Existe aún ese “alguien” que lo pueda restablecer? ¿No se ha fragmentado? ¿Cómo lo podría lograr?… ¡Rogando que no se les atreva a pasar por las mentes, la tradicional y poco imaginativa salida de la imposición dictatorial!

No se debe olvidar que estas “jornadas pedagógicas” de la UC que ha estado y está viviendo de manera gratuita toda la joven ciudadanía, incluyen experiencias irreversibles en una gran variedad de temas. Temas de gran importancia para la formación de una ciudadanía activa y eficiente en la protección de la democracia como la institución de la que esperan justicia pronta y cumplida y tratamiento gubernamental digno.

A título de ejemplo, menciono algunos de esos temas pedagógicos que se presentan como cátedras teóricas y ejemplos prácticos que nunca antes se habían impartido a la ciudadanía guatemalteca de manera tan ejemplar y tan ampliamente comentada (críticas a favor y en contra, no importa); también en los medios de comunicación, con los naturales sesgos que, poco a poco, la población ha ido aprendiendo a identificar.

Uno de esos temas, se refiere a la forma en que está (o debería estar) construido un Estado republicano con poderes u organismos diferenciados e independientes entre sí; destinados a actuar como pesos y contrapesos. Y se revelan marufias, confeccionadas para disfrazar como legales, prácticas orientadas a que esa independencia no exista.

Se revelan -con ejemplos prácticos- cómo las leyes están organizadas en un orden jerárquico y temático que se debe respetar. Y se aprende sobre la importancia de contar con jueces y magistrados probos y con estatura académica. Todo, a base de ejemplos que hacen ver tanto a los incompetentes como a los corruptos y a los ímprobos.

Se revela cómo cuántos políticos que se han querido “vender” a la ciudadanía como auténticos líderes, resultan ocultos en sus madrigueras cuando la ciudadanía necesita de su voz y de su acompañamiento. A sí mismo, se les revela a las juventudes la farsa que son los tantos partidos políticos que hace pocas semanas aseguraban querer a Guatemala y tener ideas para hacer de ella un mejor país.

Se dan cuenta los ciudadanos de a pie -¡y esto es sumamente importante!- cómo es que sí pueden hablar libremente en la calle y, con ese simple hecho, no estarse condenando a ser vistos y catalogados como subversivos. Constatando, así, que la cantaleta de siempre, consistente en que “el que habla de política y está organizado o cuenta con algunos amigos que comparten ideas similares, son automáticamente subversivos y despreciables”… ha sido una forma de meter miedo para someter.

Los habitantes se dan cuenta cómo, en esta intención de liberarse de la tradicional manera -corrupta y opaca- de manejar el país, es posible distinguir que no se trata de un choque de ideologías. Ven que esa misma intención se puede compartir con personas que, hace pocas semanas, parecería imposible haber conversado (y hasta discutido -en el sano sentido de la palabra-). Conciudadanos con quienes, ahora, pueden dialogar en la construcción de ideas para visualizar un mejor país. Se ha permitido un acercamiento que parecía imposible.

En definitiva, se ha iniciado un proceso que no se va borrar con facilidad de la memoria de los que lo están viviendo. Una experiencia que, más que a un sentimiento de “liberación”, conduce a un sentimiento de “emancipación”. Parecido a ese sentir de los jóvenes que inician su vida en pareja, decididos a fundar su propia familia y encaminar su propio destino, y que no se dicen a sí mismos que se están “liberando de sus familias” (casi como afirmando que gozan con alejarse de ellas, apartarse de sus lastres…) si no que se “emancipan” con gozo de la dependencia económica, que se “emancipan” de la dependencia de las sanas aunque atosigantes recomendaciones y consejos de los padres y de los abuelos, para elegir el oficio, escoger a la novia, y diseñar sus propias vidas…

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