Danilo Santos

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Politólogo a contrapelo, aprendiz de las letras, la ternura y lo imposible. Barrioporteño dedicado desde hace 31 años a las causas indígenas, campesinas, populares y de defensa de los derechos humanos. Decidido constructor de otra Guatemala posible.

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Lic. Danilo Santos

Cada día que pasa de esta cruzada que nos exige quedarnos en casa como única medida de contención efectiva, se van agolpando historias, me impactó una en particular, la de una niña que llama pidiendo ayuda a uno de los teléfonos habilitados por la emergencia porque su abuela ha muerto y no sabe qué hacer, tiene doce años y vive sola con su abuela, no sabe en qué departamento vive o en que comunidad, llora y suplica por ayuda, cuenta que sus padres viajaron hace tiempo a los Estados Unidos en busca de trabajo y desde entonces ella cuida a la anciana, pide, quiere, necesita que alguien la ayude a resolver la situación. La llaman de vuelta y le piden que busque a alguien que se pueda poner al teléfono para dar más detalles del lugar donde está, va a la tienda, el tendero toma la llamada y da más datos, entre ellos “apúrense porque ella está sangrando”, qué, quién, pregunta la operadora, la niña contesta el tendero; está herida, de qué murió la abuela, fue violento, pregunta la operadora, no, contesta el tendero, está embarazada.

La niña no sabe dónde está porque se le ha obligado al cuidado de su abuela, no sale, no habla con nadie, no se le permite ser niña sino cuidadora de un adulto mayor; está sola y vulnerable y alguien se ha aprovechado de esto. Esta es una historia lamentablemente recurrente, no alcanzan los esfuerzos de quienes batallan por los derechos de la población más vulnerable y tampoco alcanza lo que hace el Estado, menos lo que la comunidad y la familia hacen, sigue sucediendo, se siguen negando derechos fundamentales sistemáticamente a quienes la sociedad y el sistema colocan en un estado de indefensión.

Este país es ingrato, sus gobernantes lo son, especialmente los que juegan a hacer política y a ser estadistas. El Congreso de la República ha aprobado un paquete que garantiza deuda pública para que la macroeconomía no sufra y en el mediano plazo el empresariado esté a salvo; nada fue aprobado para apoyar a quienes deben pagar a fin de mes sus servicios básicos pero no tendrán el salario completo o no tendrán ingresos porque viven de lo que diariamente hacen en la calle (el señor del bus que lleva estudiantes a la escuela, la de la cafetería de esa escuela, quien tiene un car wash, la señora que vende pan por las calles en un carreta, la niña de doce años embarazada y un larguísimo etcétera). Por otro lado, el Presidente hace lo que cree conveniente y se nota que está luchando, pero está plegado a los intereses del CACIF y las élites económicas; sus medidas de contención son buenas pero sus medidas económicas son lamentables y deja a la suerte de los más débiles sus ingresos y sobrevivencia.

De esta saldremos, es un hecho, la pregunta es si seguiremos igual. La clase política ha demostrado una vez más que la población no le importa y el empresariado ha demostrado que las elecciones cada cuatro años son un placebo para que la ciudadanía piense que decide mientras ellos deciden de manera permanente.

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