Napoleón Barrientos

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Guatemalteco con educación para el análisis de coyuntura, administración, dirección, alta gestión y coordinación de proyectos de seguridad, defensa, logística y manejo de crisis, con experiencias en el liderazgo de grandes unidades militares e interinstitucionales, actualmente consultor independiente y doctorando en ciencias sociales.

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David Barrientos

El liderazgo integral es la influencia de varios liderazgos a partir de la energía que se transmite de unas personas a otras, lo que promueve conductas para conseguir resultados en pro del alcance de objetivos, siendo indispensable cada vez más en las personas que ejercen algún dominio, la cualidad de asimilar, integrar y emitir información adecuada para motivar dinámicas coordinadas. En lo transcurrido del siglo XXI, los modelos de liderazgo han girado en torno a importantes cambios, principalmente en lo que respecta a la tecnología de la información que obliga a desarrollar grandes niveles de efectividad, mejorar competencias en inteligencia emocional y habilidades de los miembros, teniendo siempre presente el contexto, el cual se encuentra en constante cambio y nivel de complejidad, en una época caracterizada por crisis e incertidumbres, que es cuando las personas necesitan líderes que garanticen un esfuerzo coordinado.

Las crisis no son nuevas, ni desconocidas, en la historia de la humanidad se han atravesado grandes crisis, estas han permitido el surgimiento de liderazgos, que han motivado grandes cambios, mismos que ocurren a través de personas. La pandemia causada por el coronavirus COVID 2 ha puesto a prueba a las organizaciones, principalmente las sanitarias, a sus directivos, gestores y por supuesto a todos los profesionales que las integran. Este tipo de hechos a nivel global ha requerido liderazgos efectivos, capaces de resolver con inmediatez e imaginación todos los problemas no previstos que se originan, para dar respuesta al gran impacto sociosanitario en la población, al aumento desmedido de pacientes que requieren atención de forma simultánea, con la gravedad de un proceso desconocido para muchos, saturados de demandas y situaciones de miedo, al tener que manejar una enfermedad provocada por un virus desconocido con alta tasa de mortalidad no habitual en nuestro entorno.

Quienes ejercen posiciones que requieren liderazgo necesitan establecer vías de comunicación fiables, constantes y adaptadas a cada nueva situación, como las que se viven durante la pandemia, han de adaptarse rápidamente a la mayor crisis sanitaria conocida desde hace 100 años, teniendo que asumir retos constantes para dar respuestas rápidas y eficientes, lo que solo se consigue con la participación de personas capaces de articular esfuerzos coordinados, en estos tiempos los egocentrismos se convierten en obstáculos para el alcance de objetivos.

Guatemala se encuentra como otras sociedades, con una serie de tropiezos en esta crisis de escala global. Hoy la inoculación de la población no solo es una demanda, y aunque tarde empieza a ser una realidad, principalmente por las donaciones de los Estados Unidos de América, esfuerzo que requiere del liderazgo integral, es decir la unión de esfuerzos institucionales para inmunizarnos, además que pone de manifiesto la capacidad de liderazgo ejercido por entes que no forman parte del aparato estatal, pero que son actores sociales con influencia que pueden contribuir al esfuerzo de protegernos. Al final de la crisis será fácil medir cual ha sido el papel de quienes están llamados a contribuir decididamente, la época de los liderazgos protagónicos ha quedado atrás, es la época del liderazgo integral y articulado.

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