Danilo Santos

dalekos.santos@gmail.com

Politólogo a contrapelo, aprendiz de las letras, la ternura y lo imposible. Barrioporteño dedicado desde hace 31 años a las causas indígenas, campesinas, populares y de defensa de los derechos humanos. Decidido constructor de otra Guatemala posible.

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Mientras en México se anuncia que este año se concluirá el Tren Interoceánico del Istmo de Tehuantepec; esto para la modernización de puertos que impulsará el comercio de este país con Asia, en la Empresa Portuaria Nacional Sto. Tomás de Castilla, la opacidad y los negocios espurios, están a la orden del día. En Guatemala, seguiremos con transporte a través de carreteras de dos carriles en su mayoría, entre Atlántico y Pacífico, con una EMPORNAC que pretende comprar un software de Q25 millones para hacer más eficiente la logística, cuando el ex jefe de informática ha dicho que software es innecesario: razón por la cual fue despedido. Es decir, en este país seguimos privilegiando negocios de camarillas, élites emergentes, y no al país. La extensión de la conexión ferroviaria entre océanos en México será de 310 kilómetros, menos de la cantidad de kilómetros que ahora los contenedores tienen que recorrer en Guatemala entre Atlántico y Pacífico, 402 en total. Si además tomamos en cuenta que la velocidad de la carga a través de esos 310 kilómetros para pasar de un océano a otro en México será aproximadamente de 70 km por hora, a través de línea férrea; esto nos deja fuera de cualquier tipo de competencia comercial, ya no solo con Panamá, sino ahora el país vecino. Esto porque nuestra carga de puerto a puerto es a través de una carretera, en el caso de la Jacobo Árbenz Guzmán, construida hace 64 años, y con una carretera hacia el sur que cuenta con un solo tramo de autopista y luego, a partir de Escuintla, una carretera en mal estado, a pesar de ser de cuatro carriles. Es decir, estamos atrasados en cuanto a competir en la región utilizando nuestra ventaja geoestratégica.

Con un nuevo trazo, en Guatemala podríamos tener una conexión interoceánica, sin embargo, al parecer importa más llegar al poder a enriquecerse que a ejecutar un proyecto de país, uno que, en primer lugar, combata la corrupción, y que, además, tenga propuestas de desarrollo integral, donde los puertos, aeropuertos, carreteras, vías férreas y zonas libres de comercio, potenciaran la economía del país. Por otro lado, está el modelo de desarrollo rural, pero ese es un tema que merece un espacio propio para desarrollarlo.

En definitiva, mientras a la Empresa Portuaria Sto. Tomás de Castilla la despedazan con contratos lesivos, compras millonarias innecesarias, sin el salario mínimo para los –A, con la intención de arrendar equipo para remolcar buques en lugar de comprar, con el servicio de grúas privatizado, con utilidades inexplicablemente bajas y, un gran etcétera, otros países como México, realmente invierten en el desarrollo y nos dejan todavía más lejos de ser competitivos.

Toda vez la política pública sea pensada y ejecutada por personas y grupos que no están al servicio del país y la población, sino de sus propios intereses y bolsillos, seguiremos siendo un país finca, atrasado, con caporales violentos o gerentes supereficientes para saquear las arcas públicas y beneficiar a la camarilla de turno.

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