Cartas del Lector

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Por: Omar Marroquín Pacheco

Había llegado el día de la segunda vuelta electoral, y desde temprano, a las 5:30 de la mañana, nos encontrábamos en nuestro centro de votación.

Empezando a las 6:45 de la mañana, cuando entonamos el himno nacional, y al finalizar, un aplauso unánime se propagó por todo el recinto, pero a medida que avanzaba la mañana, un fervor patriótico nos envolvió

Todos los fiscales voluntarios del Movimiento Semilla estábamos presentes, enfrentando la mirada férrea de los fiscales del otro partido, uniformados y al principio controladores, a medida que transcurría el evento en casi todas las mesas muy cordiales.

A pesar de las tácticas un poco intimidantes de la encargada de todos los fiscales del otro partido, al decir intimidantes me refiero hacia los fiscales que ella controlaba, estábamos decididos a asegurar un proceso democrático justo.

En mi mesa, compartí labores con una señora joven, que a pesar de su cordialidad, reflejaba un nerviosismo palpable, al tener los resultados finales en nuestro centro de votación sin temor a equivocarme, pienso que algunos de ellos le dieron su voto a Semilla, fue arrollador, en mi mesa 89% Semilla a 11% UNE.

El control era extremo, ni siquiera podía ausentarse momentáneamente para ir al baño sin que el fiscal suplente tomara su lugar.

El día transcurrió con normalidad, y cada vez que se alcanzaba el conteo de 100 votantes, cada mesa aplaudía en celebración de la democracia en acción.

Destacó la increíble organización de nuestra encargada, quien no solo nos guiaba, sino que también nos brindaba comida que reflejaba la dedicación y amor en su preparación, todo realizado también al igual que nosotros, por personas voluntarias que con amor lo hicieron en apoyo de una mejor Guatemala.

Compartí mis alimentos en mi mesa, nos dieron con abundancia, muy sabroso lo preparado, no lo hicieron por salir del paso, se vio el cariño y amor que pusieron en su preparación, fue un gesto hermoso, el poder compartir con mis compañeros de mesa fue creando un sentido de comunidad y unidad en medio de la jornada cívica.

Me consultaron de que por que quise ser Fiscal, les contesté simplemente que quería ser garante de un proceso transparente y creí que la propuesta de Semilla era lo mejor para Guatemala.

Al momento de empezar el proceso, sin votantes en nuestra mesa, les dije que quería votar y dije en la página y línea que estaba registrado en el padrón electoral, me dijeron que como me habían asignado esa mesa, que fue en la que voté en la primera vuelta, en esa ocasión no fui fiscal de mesa, conté que una plataforma generada por Semilla al manifestar la intención de ser fiscal de esa agrupación, al meter mis datos salió que esa mesa estaba disponible y yo quise estar en esa mesa, mi mesa generada por el padrón electoral y ser fiscal de la misma.

A las 18:00 horas, todas las mesas estallaron en aplausos. La democracia había prevalecido, pero lo más emotivo y conmovedor fue el momento del conteo final, como un bello eco, las 15 mesas coreaban «SEMILLA, SEMILLA, SEMILLA», era una celebración del trabajo incansable de jóvenes voluntarios, universitarios, obreros y campesinos que con gran entrega, todos unidos por un compromiso hacia Guatemala.

Ahora, con la elección detrás de nosotros, se avecina un trabajo arduo. Bernardo y Karin, respaldados por un amplio apoyo popular y la visión compartida por tantos jóvenes, obreros y campesinos, tienen la responsabilidad de no defraudar a Guatemala.

Una anécdota curiosa, el centro de votación en el cual fui Fiscal de Semilla, fue construido en tiempos de Castillo Armas, por el gobierno de la liberación, lo cual consta en una placa ubicada en la entrada del centro, el domingo ganó Guatemala una nueva Primavera Democrática, en una edificación construida en tiempos de la liberación, quienes cortaron la primera Primavera Democrática generada por Arévalo Bermejo y Árbenz Guzmán.

En el corazón de una persona de la tercera edad, observador a distancia, palpita la esperanza de un mejor futuro para sus hijos y nietos, un futuro en el que la semilla de la democracia florezca y perdure.

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