Adrian Zapata

zapata.guatemala@gmail.com

Profesor Titular de la USAC, retirado, Abogado y Notario, Maestro en Polìticas Pùblicas y Doctor en Ciencias Sociales. Consultor internacional en temas de tierras y desarrollo rural. Ha publicado libros y artículos relacionados con el desarrollo rural y con el proceso de paz. Fue militante revolucionario y miembro de organizaciones de sociedad civil que promueven la concertación nacional. Es actualmente columnista de el diario La Hora.

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El circo estaba montado. Las fieras debidamente amaestradas sacarían del escenario a los actores indeseables, de tal manera que el público, al final, aplaudiera a los protagonistas del espectáculo previamente escogidos: Zury Ríos y Sandra Torres, quienes se enfrentarían en un duelo final con un resultado previsto a partir de la evidencia histórica existente. Este resultado previsto era el triunfo de Zury Ríos, carismática e inteligente, con atributos y condiciones apropiadas para mantener la unidad de la “convergencia perversa”. Las élites empresariales seguirían en dicha convergencia, más como rehenes que como aliados. Las mafias político-criminales se mantendrían blindadas (impunes) en el ejercicio continuado de la corrupción; y el narco subyacente estaría tranquilo y satisfecho con el avance de su poder real en el país, a niveles territoriales y nacional. Los “gringos”, pragmáticos hasta el cinismo, se harían de la vista gorda y tolerarían esta continuidad en su “patio trasero” a cambio de compromisos concretos relacionados con el tema de migración y golpes específicos a los narcotraficantes, siempre latinos, por supuesto.

La música que movería las subjetividades de los espectadores para participar con entusiasmo en este circo era, por una parte, el discurso violento de la lucha contra fantasmas del pasado: el comunismo sobreviviente representado en los que enarbolaban las banderas de la lucha contra la corrupción y la impunidad; y, por la otra, la cruzada contra los demonios del presente: la ideología de género que destruye la familia.

El circo estaba tan bien montado que permitía disputas intrascendentes entre integrantes de la convergencia perversa, cuya resolución fuera en beneficio de diversificar y ampliar su representación parlamentaria. Así mismo, los estandartes de la izquierda podían levantarse en este circo, porque estaban en manos de actores dispersos e intrascendentes, quienes participarían en el espectáculo luchando entre sí por obtener los espacios funcionales a la legitimación del circo.

Pero la porfiada realidad le modificó el plan a la convergencia perversa. Las fieras amaestradas sacaron tempranamente del escenario a la opción que con más probabilidades podría desbaratarles el circo, el MLP. Con esta acción el escenario se les comenzó a tambalear. Luego, el actor díscolo resultó inesperadamente popular y capaz de ganar la función porque atraía la simpatía de una audiencia más emocional que analítica, razón por la cual también debieron sacarlo de la función. Y un tercer actor, sin duda no antisistema y medianamente conservador, pero no alineado con la “convergencia perversa”, apareció tendencialmente en ascenso, Edmond Mullet. Mientras tanto, la “ungida” Zury Ríos entró en un inesperado, pero sostenido, debilitamiento de su popularidad, según las encuestas hasta ahora realizadas.

Y, por si todo lo anterior fuera poco, la convergencia perversa, incluida en ella a las élites empresariales, se ha visto sorprendida y angustiada con el ascenso de una opción más definida de izquierda, expresada en Manuel Villacorta.

Así que, a 25 días de las elecciones, el escenario se les cambió sustancialmente, afectando el circo montado. Y todo por culpa de los “colados”, que no habían sido invitados al espectáculo circense como actores principales y que son: Thelma Cabrera/Jordán Rodas, Carlos Pineda, Edmond Mullet/Max Santacruz y Manuel Villacorta.

Lo único que está quedando del escenario deseado por la convergencia perversa es Sandra Torres, cuyo esperado rol de convertir en Presidente a quien compitiera con ella en segunda vuelta, parece que será un bumerang, porque serviría para hacer ganar a uno de los colados y no a la, hasta ahora, desplomada ungida.

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