Adrian Zapata

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Profesor Titular de la USAC, retirado, Abogado y Notario, Maestro en Polìticas Pùblicas y Doctor en Ciencias Sociales. Consultor internacional en temas de tierras y desarrollo rural. Ha publicado libros y artículos relacionados con el desarrollo rural y con el proceso de paz. Fue militante revolucionario y miembro de organizaciones de sociedad civil que promueven la concertación nacional. Es actualmente columnista de el diario La Hora.

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Hay muchos rumores respecto del futuro de la candidatura de Carlos Pineda, el presidenciable del partido Prosperidad Ciudadana, a partir del amparo que interpuso el partido Cambio contra la Asamblea Nacional Ordinaria de dicho partido, en la cual fue proclamado Pineda como su candidato presidencial.

Manuel Baldizón y sus hijos, “dueños” del partido Cambio, pasaron del amor al odio con Carlos Pineda, cuando siendo su presunto candidato presidencial, los abandonó repentinamente. Algunas semanas antes él había dicho que se acercó a ese partido porque “…fue el más sano que encontré”. Sin embargo, luego, para justificar su salida, afirmó que se iba porque rechazaba la influencia de Manuel Baldizón en ese partido. O sea que, con cínica sorpresa, se percató de lo obvio. Así que el amparo interpuesto por el partido Cambio en contra del partido Prosperidad Ciudadana es la venganza de sus dueños contra la traición de su precandidato, quien se mudó de partido para la competencia electoral.

La Sala Sexta del Tribunal de lo Contencioso Administrativo, que conoce del amparo presentado, le dio trámite al mismo el pasado lunes y solicitó al Director General del Registro de Ciudadanos un informe circunstanciado de los antecedentes del caso, el cual deberá ser diligenciado en 48 horas. Por lo tanto, la candidatura de Carlos Pineda está en la cuerda floja. Nuevamente la política se judicializa.

Son varios y diversos los interesados en que Pineda quede fuera de la contienda.

Sin duda esta situación no se hubiera dado si este personaje no encabezara las encuestas sobre sus posibilidades de pasar a la segunda vuelta electoral. Este hecho, como ya dijimos en ocasiones anteriores, modificó el escenario. La “convergencia perversa” que tiene cooptada la institucionalidad estatal, le apostaba mayoritariamente a Zury Ríos, a quien Sandra Torres haría Presidenta en la segunda vuelta. Ella es, por lo tanto, una candidata de “oposición” absolutamente funcional a ese propósito. Es realmente parte de esa “convergencia perversa”. En una reciente entrevista a un medio radial sus elogios a la Fiscal General transparentaron esta situación.

Sandra Torres parece inamovible en su capacidad de participar en la segunda vuelta. La posible llegada de Pineda a la segunda vuelta sacaría de la competencia a la candidata prioritaria de la “convergencia perversa”, es decir a Zury Ríos. Por eso, dichos poderes tenebrosos quieren a Pineda fuera.

Pero expulsar a Pineda del proceso electoral no es sólo un interés de la “convergencia perversa”, donde subyace el poder del narcotráfico. Su salida también abriría la puerta del balotaje a Edmond Mullet. La tendencia sobre la intención de voto para Zury Ríos está en pronunciado descenso, mientras que Mullet no sufre tal situación. Él es el único de los punteros que podría significar la posibilidad de detener la cooptación que sufre la institucionalidad estatal y empezar a revertirla. Importantes sectores empresariales participan en la “convergencia perversa”, siendo a estas alturas más rehenes que aliados. Ellos verían en Mulet una opción para liberarse de esa condición.

Los sectores sociales que levantan la bandera anticorrupción y antiimpunidad también podrían encontrar en Mulet la opción para lograr lo ya mencionado: parar la cooptación de la institucionalidad estatal que ahora tiene a muchos de ellos en condición de perseguidos.

Si Pineda saliera de la contienda, las elecciones del 25 de junio podrían dar la posibilidad de que algo significativo resultara de ellas y eso puede simplificarse en la decisión sobre a quién haría presidente Sandra Torres, a Zury Ríos o a Edmund Mullet.

Ahora bien, todo lo dicho también sirve para evidenciar la judicialización de la política, la cual no puede ser virtuosa en unos casos y perversa en otros. Simplemente, no debería darse en una democracia.

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