Adrian Zapata

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Profesor Titular de la USAC, retirado, Abogado y Notario, Maestro en Polìticas Pùblicas y Doctor en Ciencias Sociales. Consultor internacional en temas de tierras y desarrollo rural. Ha publicado libros y artículos relacionados con el desarrollo rural y con el proceso de paz. Fue militante revolucionario y miembro de organizaciones de sociedad civil que promueven la concertación nacional. Es actualmente columnista de el diario La Hora.

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Por: Adrián Zapata

El Departamento de Estado de los Estados Unidos no ha confirmado ni negado la ampliación de la “Lista Engel”. Eso significa que los agregados podrían ser más, o menos. En ella aparecen los nombres de nuevos Fiscales, incluyendo a quien supuestamente encabeza la lucha contra la corrupción, así como a magistrados del más alto nivel. De igual manera, se amplían los nombres de políticos. Lo anterior no sorprende, ya que dichos actores son quienes ejecutan la cooptación de la institucionalidad estatal guatemalteca que ejerce la “Convergencia Perversa” (que algunos llaman “Pacto de Corruptos”). Pero lo novedoso es, si se confirma la lista, que ahora empiezan a aparecer importantes empresarios en ella. Por contradictorio que parezca, creo que esto es una avanzada en la estrategia norteamericana de lograr rescatar del fango a sus aliados históricos en Guatemala: las élites empresariales, muchos de ellos ahora participantes en dicha Convergencia. Los otros actores, las redes político criminales y el narcotráfico que subyace, no son aliados de los Estados Unidos, a pesar de que el Director de esta orquesta cínica y demagógicamente vocifere que ellos son los verdaderos amigos del poder imperial.

Con la inclusión de los empresarios en la lista Engel los Estados Unidos están impactando en actores (las élites empresariales) que sí son vulnerables a las presiones y sanciones que dicho gobierno puede ejecutar contra ellos (movimientos financieros, importaciones/exportaciones, etc).
En este contexto es pertinente analizar la conducta del Subdirector de esa orquesta, Don Miguelito, en su participación hace algunos días en una asamblea de Vamos, el partido oficial, en el municipio de El Jícaro. En su fogoso discurso se refirió a sí mismo en tercera persona, retando altaneramente a quienes se oponen a la Convergencia Perversa. Es más, entonó el corrido “Jefe de Jefes”, correspondiente a la subcultura del narcotráfico, donde se blande la fortaleza de quienes se mueven en las catacumbas del poder. Su soberbia podría interpretarse como una inmadurez de juventud desbocada, pero no es así. Es una expresión auténtica de la soberbia que emborracha a la Convergencia Perversa, respondiendo a la “injerencia extranjera” que se manifiesta, entre otros hechos, en la lista Engel. Esta soberbia se ve alimentada por la exagerada expectativa que tienen respecto del impacto que tendrá en la posición de los Estados Unidos hacia la corrupción en Guatemala, la modificación de la correlación de fuerzas políticas en los Estados Unidos a partir de las elecciones de noviembre, donde muy probablemente los demócratas saldrán debilitados. Me parece que esta exageración se basa en apostarle al “Trumpismo” y a los sectores ultra conservadores dentro del Partido Republicano, sin pensar que esos cavernícolas no necesariamente se verán fortalecidos con los éxitos que obtenga dicho partido en esas elecciones.

Es obvio que la Convergencia Perversa, con exceso de efusividad ya se considera en la continuidad del control de la institucionalidad estatal por varios años más y en la profundización de su participación mafiosa en la economía nacional.

En este contexto, las élites empresariales están en una encrucijada. Por un lado, la presión de los Estados Unidos podría aumentar al punto de impactarles profundamente en sus intereses económicos; y, por otro, el resto de participantes en la Convergencia Perversa (redes político criminales y narcotráfico) seguramente terminarán también volviéndolos víctimas de la institucionalidad cooptada y de su ilícito control de la economía nacional.

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