Adrian Zapata

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Profesor Titular de la USAC, retirado, Abogado y Notario, Maestro en Polìticas Pùblicas y Doctor en Ciencias Sociales. Consultor internacional en temas de tierras y desarrollo rural. Ha publicado libros y artículos relacionados con el desarrollo rural y con el proceso de paz. Fue militante revolucionario y miembro de organizaciones de sociedad civil que promueven la concertación nacional. Es actualmente columnista de el diario La Hora.

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Por: Adrián Zapata

Centro izquierda y populismo de derecha son las opciones de los colombianos en el balotaje que se realizará el próximo domingo. Gustavo Petro y Rodolfo Hernández son los candidatos que pasaron a segunda vuelta. El primero con 40.34% de los votos y el segundo con 28.17%. No se esperaba que Hernández tuviera ese desempeño. La derecha tradicional, es decir el uribismo, fue la gran derrotada, ya que su candidato, Federico Gutiérrez (Fico), tercer lugar, sólo alcanzó el 23.8%, quien recién se supo el resultado, llamó a votar por Hernández en la segunda vuelta.

El resultado electoral expresa un rechazo al establishment desde dos posiciones ideológicamente contradictorias, pero coincidentes en ese punto central. Por un lado, hubo un voto que propugna un cambio profundo de orden sistémico, que tocaría cuestiones de orden estructural, tales como la pobreza y la desigualdad (el que obtuvo Petro). Y, por otro lado, un rechazo más emocional, expresado por la población que está harta de la politiquería, de la corrupción y que responde a un discurso más simplista de inconformidad (el que expresó Hernández).

Resulta muy ilustrativo darse cuenta de la respuesta indubitable del establishment, es decir de Fico, quien sin ambages respalda la opción populista de derecha (Hernández), ya que, por lo superficial de su propuesta, realmente no es un riesgo para la continuidad del mismo, con otra cara política.

También es relevante subrayar la debacle de la opción “moderada”, encabezada por Sergio Fajardo (4.20% de los votos). Esto demuestra que cuando el establishment está en crisis, las propuestas ambivalentes no encuentran eco.

Los siguientes días serán trascendentales para toda América Latina. Si gana Petro, el péndulo político seguiría moviéndose hacia la izquierda en la región, lo cual aporta sustancialmente a un nuevo mapa político continental.

Para Colombia, el resultado electoral será dramático, ya que los problemas estructurales persisten, ante los cuales la sociedad colombiana se convulsionó en el 2019 y que ahora se han agravados por la pandemia y el contexto económico internacional, incluyendo la grave inflación y la crisis alimentaria mundial en proceso. El populismo de derecha no podrá calmar esa insatisfacción, su narrativa superficial se diluirá prontamente ante la densidad de los problemas existentes. Dicha inconformidad se manifestará con mayor fuerza y, posiblemente, de manera violenta, porque la opción de un cambio por la vía institucional se habría cerrado, produciendo frustración y desesperación en las masas inconformes.

El triunfo del populismo de derecha es altamente posible, porque las derechas ideológicamente claras en la necesidad de defender a toda costa los privilegios que les da el sistema apoyarán esa opción. Las clases medias aspiracionales tampoco se confundirán en saber qué les conviene para garantizar la continuidad de sus privilegios. Y, la población en general, ha sido objeto de un bombardeo tremendo para despertar y/o acrecentar su miedo ante la posibilidad que triunfe un Petro satanizado por la manipulación mediática que persigue fomentar el antivoto hacia él.

Pero también está la posibilidad de que Petro y su compañera de fórmula, Francia Márquez, activista medioambiental, defensora de los derechos humanos, feminista y abogada, logren entusiasmar a los jóvenes para que voten este domingo, cuyo sufragio puede darse por una opción más radical que la superficialidad del populismo de derecha.

En todo caso, las encuestas lo que muestran, en las vísperas de la elección, es un empate técnico entre los contrincantes, lo que hace suponer que las expectativas aritméticas de Hernández (suma de sus votos y los de Fico: 28.17 + 23.8 = 51.97% y el estancamiento de Petro en el 40.34%), no se producirán.

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