Luis Fernando Bermejo Quiñónez

@BermejoGt

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Por: Lic. Luis Fernando Bermejo Quiñónez
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Danillo Parrinello en su columna de elPeriódico de fecha 11 de junio del presente año analiza lo necesario para llegar a ser presidente en Guatemala. En particular aborda la “segunda P” de las cuatro “P” que debe tener un candidato según él (partido, pisto, personas y plan de gobierno). En cuanto al “pisto” el columnista aborda las posibles fuentes de financiamiento y habla que el propio candidato debe poner de sus recursos, los alcaldes y los candidatos a diputados también deben hacerlo y luego habla de abordar al “gran capital tradicional”, al “capital emergente” y, finalmente, desaconseja abordar la “tentadora” fuente de financiamiento de la narcoactividad y del crimen organizado. Lo que me llamó la atención es que en ningún lado mencionó a los “afiliados” o “simpatizantes” del partido político como una fuente de financiamiento. Es importante abordar lo anterior.

El artículo 65 de la Ley Electoral y de Partidos Políticos en su literal f) establece que los estatutos de un partido político deben contener, por lo menos, la “Forma de fijación de cuotas y demás contribuciones a favor del partido.” Me parece que los partidos políticos pueden ser sostenibles recurriendo a sus afiliados para financiarse por medio de contribuciones modestas de forma mensual o recurrente a sus afiliados. Imagínese estimado lector que se fijara una cuota mensual a los afiliados de Q20.00 para el partido. En ese caso las sedes y la organización pudiere hacerse bastante financiable o en gran porcentaje sin recurrir a fuentes de financiamiento externas y los compromisos que eso conlleva. Los estatutos deben establecer según el artículo 65 literal b) los “…derechos y obligaciones de sus miembros” y contribuir al financiamiento del mismo debería ser una obligación cardinal de ello, como lo es pertenecer a cualquier asociación o club social.
Claro está que el proceso de afiliación en Guatemala tradicionalmente no ha sido un proceso de convencimiento de individuos de postulados políticos y de planes de gobierno sino una labor de “obtención de firmas” indiscriminada. El mínimo de afiliados conforme a la ley se convierte en el mínimo porque el afiliado es sólo “una firma más” a la que hay que “acarrear” a las asambleas para poder firmar y más que una fuente de recursos se convierte en un posible “gasto”. Sin embargo, parte de los vicios de la política actual es precisamente que los partidos políticos son “plataformas electoreras” o de “negocios personales” más que vehículos de las corrientes políticas en la sociedad. Eso debe cambiar buscando un proceso de afiliación más de convencimiento y de acción que de obtención de firmas. Inclusive ese tipo de financiamiento sería más fácil de fiscalizar, otra cosa que muchos dirigentes partidarios tratan de evitar al ser su modus vivendi.

Debemos estimular que el ciudadano se involucre en política, y que a la vez contribuyan a ella. Eso es una tarea ardua y difícil pero es importante para profundizar la democracia en el país. La afiliación política debe ser más que una “obtención de firmas” en hojas de afiliación, sino deben los partidos, para sostener su permanencia, buscar la afiliación por convencimiento que les haga tener el deseo de contribuir al partido del que forman parte.

Por supuesto que para que no se preste a actividades ilícitas se deben establecer medidas bien pensadas para eliminar el dinero en efectivo de la política y procurando que los aportes sean únicamente por medio de instituciones financieras que permitan el rastreo de fondos. La lucha contra el lavado de dinero nos puede dar lecciones sobre las medidas adoptar. Revisando datos y estadísticas sobre el proceso electoral en Estados Unidos del 2020 se constata que las donaciones de menos de USD$200 constituyeron más del 35% de lo recaudado por las campañas totalizando USD$636,514,927. Muchas de esas donaciones son precisamente de afiliados del partido que hasta por enlaces de Twitter pueden donar al partido de su preferencia obteniendo recibos electrónicos y siendo trazable el dinero. EE. UU. puede estar muy lejos de nosotros en esta materia pero no hay que perder de vista que sí es factible financiar la política en gran medida por medio de los afiliados y simpatizantes.

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