Edith González

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Nací a mediados del siglo XX en la capital, me gradué de maestra y licenciada en educación. He trabajado en la docencia y como promotora cultural, por influencia de mi esposo me gradué de periodista. Escribo desde los años ¨90 temas de la vida diaria. Tengo 2 hijos, me gusta conocer, el pepián, la marimba, y las tradiciones de mi país.

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Edith González

Dolor, enojo, rabia, desolación, impotencia, son muchos los sentimientos y emociones alrededor de la pérdida de un ser querido, porque aunque nunca le olvidemos, ya no lo tendremos con nosotros, no podremos abrazarle, bailar con él o ver una serie de Netflix.

Hoy nos tocó a nosotros, a mi familia, enfrentar la pérdida de mi hijo mayor Diego Gatica Daniel González, como él había dado en llamarse.

Y como en muchos casos seguimos preguntándonos qué le pasó.  Por qué ya no está, cuándo fue visto por médicos especialistas, cuándo empezó a ponerse mal. Y para ellos luego de varios exámenes todo estaba bien en su organismo. Uno como madre puede tener una idea de su hijo así que solicitamos nuevas evaluaciones y tratamientos. Pero Diego ya no está.

Y pese a sus muchas limitaciones supo darse a querer por las personas que le conocieron.  Diego era un ser humano excepcional, servicial, honesto, colaborador, honrado, generoso, amistoso, siempre estuvo atento a los cumpleaños de sus amigos para enviarles felicitaciones.

Y por supuesto, me enseñó a ser una mejor persona, especialmente porque me enseñó a agradecer todo lo que recibía, sin protestar.

Hoy mi casa se siente vacía, no se escucha su música, su televisión, no lo veo y me hace mucha falta. Su partida ha dejado un enorme vacío en nuestras vidas, porque pese a que aprendió a cuidarse, a comer más sano, hacer ejercicio y aprender algo todos los días y no salir en esta época de pandemia para evitar contagiarse, ya no está con nosotros.

Hoy me toca unirme al dolor de tantas madres que han perdido a sus hijos y para lo cual ni nombre hay, hoy me toca, llorar y gritar, y aceptar su partida, aunque por momento creo que va atravesar la puerta para preguntarme algo, pedirme que le acompañe a ver un video o un anuncio de comida.

Gracias a todas las personas que le trataron, le respetaron y apreciaron. Gracias por ser sus amigos, por alimentar sus sueños, por darle vida, por estar con él. Eso es algo que no podré olvidar nunca porque fueron ustedes los que le dieron una mejor calidad de vida con su amistad, cariño y comprensión.

A su papá Ricardo y a su hermano Andrés por cuidarlo, amarlo, por entenderlo, acompañarlo y hacerlo feliz.

GRACIAS

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