Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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Cualquiera que haya estado involucrado y preocupado en lo que va del presente siglo, en la creación y sostenibilidad de una verdadera democracia, lamentablemente se topará con que no es fácil ni siquiera ser optimista.

No es únicamente el Estado lo preocupante ¡de ninguna manera! El problema es cómo estamos reaccionando colectivamente ante la situación político-social que vivimos. 

¿Le gusta el cine? Espero que sí, porque voy a usarlo para ejemplificar esa actitud nuestra.

¿Vio “Armagedón”?  Un asteroide está a punto de chocar contra la Tierra, la NASA le pide a Bruce Willis y su equipo de musculosos que salven el mundo, alcanzando el cuerpo celeste en curso de colisión con nuestro planeta y detonándolo con bombas atómicas. Muchos años después, otra versión de “Armagedón” nos muestra un cometa de nueve km de diámetro, más o menos un Monte Everest, que viene hacia nosotros. Se desatan tsunamis de kilómetros de altura, terremotos que abren abismos y nubes de fuego que se expanden a la velocidad del sonido en todas direcciones hasta envolver todo el planeta. En resumen, la llegada de este cometa borrará a la humanidad de la faz de la Tierra. La pregunta es ¿estamos seguros que eso pueda suceder? Sí, muy seguros. Los mejores científicos del mundo han hecho los cálculos. Todos están de acuerdo.

En esas cintas cinematográficas como en otras que les son hermanas ¿Cómo reacciona el mundo? Nadie hace nada. Eh… eso es dudoso ¿Cómo nadie hace nada? Claro, que hay quienes no lo creen, quienes cuestionan la ciencia, quienes atacan a los propios científicos, quienes culpan a quienes descubrieron el cometa, y quienes están más interesados ​​en la vida privada de cantantes y celebridades, que en la destrucción total de toda la vida en la Tierra.

Bueno, son películas de ciencia ficción, pero ¿no estamos exagerando un poco con ellas nuestra realidad? Creo que no, estas y otras películas que les son similares, por desgracia resultan una enseñanza de lo que está pasando con nuestro gobierno, nuestras autoridades, un sector privado explotador incluso de su propio sector, un sistema judicial cargado de injusticias y un legislativo gobernado por negocios ilícitos. Verdaderos tsunamis y problemas que desafortunadamente superan la imaginación.

Nuestro asteroide se llama «crisis política, gubernamental, climática y social» y la reacción de la gente es prácticamente idéntica a la de las películas. Todos esperamos que Arévalo y sus compañeros solucionen. Sabemos qué está pasando, sabemos qué conmociona como individuos y como sociedad a nuestra Nación y todos los daños que eso ocasiona. 

Sabemos que sus efectos son lo suficientemente grandes, como para causar una extensión masiva de daño social económico en todos nosotros, aunque sea en diferente magnitud y aspectos. Todos estamos siendo perjudicados.

¿Cómo reaccionamos ante ello? pasivamente.

Se supone –me dirán algunos- que películas como las mencionadas son una sátira. Aún así, esas películas son claro ejemplo y muestra precisa, de la aterradora falta de respuesta de la sociedad al colapso que tiene encima no digamos que le viene. Los más vivos, agarran valor y se van.

El grupo “Semilla” y sus líderes han estado haciendo todo lo posible para despertar a la gente y evitar la destrucción de una incipiente democracia, corrigiendo su rumbo. Decenas de artículos y de entrevistas han producido comentarios y reflexiones nacionales e internacionales apoyan su loable esfuerzo e intenciones para enderezar el barco, pero las cosas importantes que deben hacer, necesitan de la participación del pueblo.

La evidencia de la corrupción en todos los aspectos de la vida estatal y social es abrumadora, incontrovertible. Primero hay que erradicar el mal y luego rehabilitar; ambas acciones requieren de la participación de todos, de lo contrario aunque hayamos electo a la persona y al grupo correcto, con nuestra actitud y pasividad seguiremos subvencionando los males, provocando que una mayoría viva de manera completamente insostenible.

¿Qué es un problema demasiado grande? Claro que sí, pero no se detendrá con quedarse uno de observador, pues es demasiado complejo y necesita que tomemos cada quien la responsabilidad que nos corresponde y por el tiempo que se necesite. 

Tal vez la enseñanza de otra película como “no mires arriba”, nos pueda mover un poco y haga despertar en nosotros más allá de una toma de conciencia, un participar ante este momento difícil que estamos atravesando y finalmente empecemos a darle importancia a lo que más importa. Está más que claro que solucionar el problema de la inercia popular significa pensar en un modelo de democracia diferente al actual. No podemos seguir con la costumbre de comportarnos ante los eventos nacionales como cobardes e impotentes; esperar a que el héroe del momento haga cambios y renovaciones por nosotros. No vale refugiarnos en espera de que actúen otros.

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