Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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Alfonso Mata

Para la mente de la mayoría de la población, el COVID-19 ha pasado a la historia. Los 634 millones de casos y las 6.6 millones de muertes e incontables personas con secuelas, ya no revisten ninguna importancia, tampoco los casos y muertes por venir. A nadie le importa ya, si realmente esos números pavorosos, en parte fueron a que no hicimos frente con liderazgo efectivo o por otras razones. El COVID para la mayoría fue un vendaval de muerte y enfermedad que pasó golpeando, como una cuestión de suerte y que, de una forma u otra, eso estaba fuera de nuestro control. Conducta similar adoptamos ante la catástrofe climática y ecológica que vemos venir. Pero en el caso del COVID, queda muy claro a autoridades y políticos, que más que nada, la catástrofe se trató de un sistema de salud pública sin líderes, sin inspiración y desanimado, en manos de lo económico y financiero, relegando lo técnico y científico, a un plano de segundo orden.

Las nefastas predicciones de lo que viene sobre posibles pandemias, a nadie altera ya, y todas las noticias que al respecto aparecen en los medios de comunicación y electrónicos, tienen poco impacto. Con suerte, se encuentra una noticia o temas de salud y COVID en los medios, quizá con excepción de que llegamos ya casi a las veinte mil muertes en la nación. Tal vez sea la excepción una que otra noticia sobre las vacunas. Incluso, llama la atención que, entre los profesionales, haya habido poco análisis de resultantes epidemiológicas diferenciales entre pandemias y su impacto negativo y sus consecuencias en los sistemas de salud. Pero hay otros elementos interesantes también que fueron perdiendo importancia. Por ejemplo, la pandemia de 1918 hizo su trabajo letal en solo pocos meses. La pandemia actual lleva tres años; es escalofriante contemplar cuánto daño podría aun causar, al no tenerla controlada aún. Entonces, el tono de este artículo, no exagera la cantidad de peligro que representa este potencial.

Luego de dos años de campaña la OMS, máximo organismo de salud mundial de todo el mundo no ha logrado que los pueblos cumplan con las normas de vacunación previstas. Es justo reconocer que el «mercado» no funcionó para las vacunas. En este momento, nuestra estrategia es defensiva; es esperar que la mutación no ocurra antes de que hayamos terminado de inmunizar y en realidad es de tontos atenerse a esas probabilidades.

Tampoco extrañaría que por razones puramente de interés comercial, industrial y financiero, los verdaderos números de muertes se hayan ocultado en todos los países y eso no es nuevo, todavía no hay acuerdo sobre cuántas personas murieron en la pandemia de 1918 (las estimaciones oscilan entre 20 y 100 millones, en tres olas separadas y 18 meses). Solo dentro de algunos años, sabremos si los números dados por la OMS pecaban de ser conservadores.

Hemos dejado entonces a la deriva, la producción de «inmunidad de rebaño» que podía haber terminado con la pandemia y retrasado y mitigado la propagación y evolución del virus. Entonces, no podemos decir que no estamos viviendo un reality show con el COVID-19; lo que no sabemos es si es una anticipación al apocalipsis. Por el momento, no veo realmente un esfuerzo nacional ni mundial para terminar con esta pandemia de una vez, mucho menos preparándose para las próximas y por consiguiente, ni científicos ni médicos y profesionales de salud creen, que estemos en una mejor posición para hacer frente a una emergencia que hace unos años. No existe la voluntad, la visión, ni el liderazgo político para eso. Me encantaría estar equivocado en esto.

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