Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

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Alfonso Mata

Las noticias del acontecer nacional y mundial de la semana que ha concluido, como siempre cargadas de acontecimientos llenos de intolerancia e incomprensión, pone a lectores y ciudadanos, ante múltiples opiniones y críticas. Las más de ellas, sobrecargadas de conocimientos que plantean la situación del mundo y la solución a ello, con muy escasa comprensión de lo real. La mayoría de esa vorágine de malos acontecimientos, lo que menos hace es visualizar al hombre. Este se pierde en medio de una constelación de intereses materiales, mientras en medio de ese huracán, gente común, sobrellevando pesada realidad, y alejados de interpretaciones y aceptación, suben a la pira del sacrificio y los que no, lo único que les cabe esperar es esclavitud a peor realidad.

La pasión del poseer, del dominar al hombre, que rige los sistemas mundiales, gobernados por insatisfechos con lo que tienen y hacen, ha empujado al espíritu al silencio y lo ha orillado a la resignación por temor a perder lo poco logrado.

El tema de la crisis mundial es extraordinariamente múltiple y las reflexiones, señalamientos y soluciones, pecan de parcialidad. El conflicto Ucrania Rusia Estados Unidos; su solución, los involucrados no la hacen girar alrededor del bienestar de los ucranianos, sino de intereses que poco benefician a los pueblos de las naciones en contienda. Lo desencadena una pasión a la que se le da tintes de justicia, que mueve a arrebatar quitar y acaparar a través de poderes armamentistas, que poco a poco ponen a la víctima a ser inmolada en manos de intereses mezquinos y que no es otro que el propio pueblo de Ucrania, como lo fueron los de Vietnam, Irak, y los países del Báltico.

Por su lado, los movimientos arbitrarios e ilegales de la justicia en Guatemala, por el que se supone su guardián: el gobierno, en aras de un privilegio adquirido con malas artes y ajeno al derecho constitucional, mantiene permanentemente sobre una pira ardiente de inmovilidad, la soberanía del pueblo.

Esa forma de manipular la paz y concordia de Guatemala, y en el caso internacional de las naciones, adquiere dimensiones canibalescas, pues enciende espacios para que los que detectan el poder sean juez y parte; para que esa paz y prosperidad adquiera formas cambiantes en favor del mejor postor y cavando inequidades. Panorama propicio para que se diluya el espíritu humano.

La historia que se está forjando en uno y otro caso tendrá final sin situación favorable alguna, y el pagano serán los habitantes del territorio en contienda, mientras los pueblos de una y otra orilla, recibirán nuevo aluvión de miserias, ni siquiera migajas de beneficio. El hombre apasionado se ha convertido en su propio observador y destructor. En nuestro caso, unos actuando, otros siendo espectadores, dejando al final todos nuestros sueños en jirones de desesperación y temor.

He aquí que creo, que cada noticia no viene a ser más que un acontecer de esperanza apocalíptica, que solo cambia de lugar y motivo, pero que al final propiciará cuando la lucha llegue a máxima, que los pueblos se inclinen hacia la dictadura y la historia es clara en esto en consecuencias fatales, precipitando a la humanidad cada vez más a temeroso, irracional e intolerante situación, presa fácil propiciadora de locura colectiva. En esa contienda alimentada por semejante borrachera emocional, nunca se sabe la magnitud del daño y caos que sobrevendrá.

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