Adolfo Mazariegos

Politólogo y escritor, con estudios de posgrado en Gestión Pública. Actualmente catedrático en la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos de Guatemala y consultor independiente en temas de formación política y ciudadana, problemática social y migrantes. Autor de varias obras, tanto en el género de la narrativa como en el marco de las ciencias sociales.

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Adolfo Mazariegos

Cada fin de año suelo tomar algunos minutos (al menos) para reflexionar acerca de las cosas que han ocurrido durante el año que termina. Y para ver hacia el futuro en función de aquellas cosas que usualmente quedan como propósitos por alcanzar y que muchas veces constituyen puntos de partida para logros importantes en nuestra vida. Para mí, es fundamental el agradecimiento. Siempre es bueno agradecer por la vida; por la familia; por la comida que hemos podido llevar a nuestra mesa; por los amigos; por el trabajo, por la salud (especialmente en estos complicados tiempos de pandemia); por los libros que hemos podido leer; por las puestas de sol que hemos podido disfrutar y por los buenos vinos que quizá hemos podido degustar.

La vida, sin duda, nos conduce muchas veces por caminos extraños e inesperados, pero lo cierto es que siempre nos lleva a algún lugar. Por ello, bueno es pensar también, aunque sea por un momento, en quienes no han tenido las mismas posibilidades que nosotros, quienes no podrán estar en casa durante estas fiestas de fin de año o quienes con tristeza quizá han visto partir un ser querido. Siempre habrá alguien que la pase con mayores dificultades que nosotros, sin duda.

El próximo año se vislumbra complicado, un año lleno de retos y tal vez adversidades a las que habrá que hacerle frente de alguna manera, no obstante, aunque no sea fácil visualizarlo de esa manera, cada reto constituye al mismo tiempo una oportunidad, sea para continuar algún proyecto que ha quedado a medias, sea para comenzar a caminar por la senda que nos llevará al destino deseado y merecido. “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”, dijo el poeta, y, ciertamente, todos nos hallamos de alguna manera en el camino que hacemos mientras vamos viendo nuestros pasos recorrer los inexorables senderos de la vida.

Ojalá el próximo año sea un año venturoso para todos; que la vuelta a la normalidad (aunque decirlo sea una suerte de oxímoron) se encuentre cerca; que los buenos momentos y los gratos reencuentros se multipliquen; que las buenas metas se alcancen y los logros anhelados se compartan; que la sensibilidad y la comprensión nos hagan mejores seres humanos; y que los deseos de buena voluntad sean los que predominen en nuestros corazones. Desde estas sencillas líneas, mi agradecimiento asimismo (por supuesto) a quienes cada semana se toman el tiempo para sumergirse en los breves textos de este espacio que lleva publicándose ininterrumpidamente desde hace más de siete años. Muchas gracias, de verdad. Y mis mejores deseos en el marco de estas fiestas de fin de año. Próspero 2022 para todos.

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