POR MARGARITA GIRÓN
jgiron@lahora.com.gt
Dos días después de confirmarse el primer caso, el 15 de marzo de este año, el país registró el primer fallecimiento a causa del COVID-19, desde entonces, según cifras oficiales 1 mil 172 personas han perdido la vida a causa del virus.
Las familias afectadas por los decesos a causa del virus, no pueden llevar a cabo un funeral como regularmente se acostumbra en compañía de sus familiares y amigos; ya que, según el procedimiento estipulado por las autoridades de Salud, el funeral deber ser inmediatamente y hasta dentro de 6 horas después del fallecimiento, según Reglamento de Cementerios y Tratamiento de Cadáveres vigente.
Además, se prohíbe la velación y servicios religiosos y únicamente podrán acompañar 03 personas cómo máximo al entierro y con el debido equipo de protección personal EPP mínimo, asimismo, establecen que el funeral no debe de durar más de 15 minutos.
“Queda prohíba la asistencia de niños, ancianos y personas con una afección crónica subyacente grave que lo puede poner en mayor riesgo, por ejemplo, una enfermedad que afecta el funcionamiento de los pulmones o corazón, o que debilita su sistema inmune”, se lee en el protocolo.
¿QUÉ OCURRE CON QUIENES FALLECEN POR OTRAS CAUSAS?
Contrario a lo que ocurría previo a la pandemia, en donde familiares y amigos de los deudos les acompañaban en funerales y sepelios, ahora las familias (casi en soledad) deben vivir el proceso sin importar la causa del fallecimiento del ser querido.
De acuerdo a la información proporcionada a La Hora por una funeraria de la Ciudad Capital, si la persona fallece por cualquier causa, ajena al COVID-19 y enfermedades respiratorias, puede ser velada por un tiempo promedio de 24 horas. Durante el velatorio pueden permanecer únicamente 10 personas y 7 por la noche.
DUELO EN SOLEDAD
Roselia F. perdió a su único hijo en un accidente automovilístico en el mes de junio, además de la restricción de movilidad interdepartamental, que impidió que familiares que viven en el interior de la República pudiesen acompañarla, tampoco pudieron asistir al sepelio amigos de su hijo, ni familiares que se encontraban en la capital. Según describió, únicamente le acompañaron algunos vecinos y conocidos que llegaron en pequeños grupos para darle el pésame.
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“Fue muy duro no poder acompañar a mi hermana con su dolor, pero las leyes así lo disponen y hay que respetarlas. Son momentos difíciles para la familia y aunque quisiéramos estar unidos no podemos”, dijo Francisco, hermano de Roselia.
SEPELIOS REDUCIDOS
De acuerdo con la información proporcionada por la funeraria, en el caso de pacientes COVID-19, los cementerios privados permiten el ingreso de 10 personas, en el caso de cementerios públicos el número se reduce a 2 o 3 personas y en algunos casos, deben permanecer en la entrada del cementerio.
En el caso de pacientes que fallecen por causas ajenas al Covid-19, se permiten únicamente 10 personas tanto en cementerios privados como públicos.
¿QUÉ PASA EN EL INTERIOR?
Aunque las autoridades han establecido que los sepelios deben contar con un máximo de personas, en el interior de la República, a través de videos reproducidos en redes sociales se ha observado a grupos de personas que asisten a los entierros en cementerios públicos, pese a las restricciones.
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SOLEDAD QUE NO ES NUEVA
Muchas familias que han sufrido la pérdida de un ser querido a causa del COVID-19 están experimentando una difícil situación. Sus seres queridos se van en medio de mucho silencio porque muchos han optado por ello para “evitar estigmatización”.
“Es muy dura esta situación”, expresó un deudo. “En Guatemala nos hemos acostumbrado, como sociedad, a ver normal el que muera tante gente. La sensación que hoy sentimos es la que durante años vive el que entierra a alguien por violencia, por desnutrición o por la mera precariedad que viven muchos en lo particular y el mismo sistema de salud”, relató.
“Esta difícil situación que vivimos, nos debe enseñar para el futuro porque la empatía será fundamental para construir algo mejor para todos”, sentenció.