El Cardenal Álvaro Ramazzini preside la Diócesis de Huehuetenango. Foto La Hora

Por Grecia Ortíz
gortiz@lahora.com.gt

La Diócesis de Huehuetenango, que preside el Obispo y Cardenal Álvaro Ramazzini, expresó que en este momento resulta inconveniente e inadecuado abrir los templos para las celebraciones litúrgicas, pues el interés será siempre el de la vida digna de la persona y una economía al servicio de las necesidades vitales de la comunidad y no el lucro.

Además, mencionó que consideran necesario prepararse junto a sus comunidades para seguir los protocolos establecidos por la Conferencia Episcopal de Guatemala (CEG) y el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS).

Así que siguiendo esos lineamientos y después de una reunión con el presbítero y otra con el Consejo de Pastoral, esta semana, se decidió que durante todo el mes de agosto los templos deberán estar cerrados.

“No se hará ninguna celebración religiosa comunitaria presencial de cualquier tipo, bautismos, matrimonios, Eucaristías”, expresó.

Si la situación cambia en septiembre, explicó que se comenzaría a aplicar el Protocolo aprobado por la CEG para las celebraciones sacramentales, en tanto pide a los animadores de la fe a no organizar encuentros comunitarios de celebración de la Palabra de Dios y que estos se pueden, pero en el núcleo familiar.

Las alertas del Gobierno presentadas hace una semana permiten la realización de algunas actividades religiosas.

En estos momentos, destacó que como pastores se exige de imaginación y creatividad para contribuir a mantener la esperanza y la vida de fe de los fieles.

También invita a la población a estar pendientes del curso que tome la pandemia en el país, en parroquias y comunidades al mismo tiempo que pide asumir con responsabilidad este momento tan difícil y de tanto riesgo, por lo que reitera el llamado a seguir utilizando los medios de comunicación social para la transmisión de las Eucaristías sea en el domingo o durante la semana.

LA FASE MÁS PELIGROSA

Otro de los aspectos que menciona es que a cuatro meses que se detectó el primer caso de COVID-9 en el país y con las recientes disposiciones del Gobierno se ha entrado en una nueva fase, “más peligrosa” que la primera por el incremento de contagios y fallecimientos.

Además, el comunicado destaca que de ahora en adelante un aumento de contagios en Huehuetenango evidenciará que los pobres quedaron sin protección eficiente y adecuada de parte del Estado, pues no son atendidos los requerimientos de dotar de los insumos necesarios a los hospitales.

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“De dotar al personal de salud, que atiende directamente a los enfermos la adecuada protección; tampoco se ha ampliado el personal médico y de enfermería ni el número de camas y equipo médico disponibles para la atención de los enfermos. Se percibe en las autoridades responsables una preocupación de responder a las exigencias de los sectores económicos y no tanto cumplir con la obligación de atender a la salud del pueblo”, destaca la Diócesis.

La situación, aseveran que se observa con un peor horizonte al haber abierto el país cuando la curva de contagios aún no desciende.

INFORMACIÓN NO HA SIDO CLARA NI CONTUNDENTE

Asimismo, dicen que el tiempo ha provocado cansancio y desánimo en la población y no es claro que haya tomado conciencia del enorme peligro que existe.

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“La información no ha sido clara ni contundente y genera confusión y desconfianza –por ejemplo: a la fecha la población no sabe con veracidad cuántos enfermos activos, recuperados y fallecidos existen en cada municipio, lo que pone en duda la eficiencia y el impacto de un plan para atender la emergencia y la capacidad para ejecutar el presupuesto asignado”, afirmaron.

En esta nueva fase, además, dicen que las pruebas no son suficientes para definir el número de casos existentes, “peor todavía los resultados de los exámenes que se hacen, no llegan con la prontitud necesaria”.

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