Por Grecia Ortíz
gortiz@lahora.com.gt

Hasta hoy la pandemia de la COVID-19 ha cobrado la vida de no menos de 1 mil 350 personas, y dos de ellas son José Ramiro Martínez y Amalia Amparo, una madre y su hijo quienes fallecieron en cuestión de días tras contagiarse con el virus y a quienes hoy sus familiares recuerdan con mucho cariño.

José Martínez, le explicó a La Hora, que su papá iba a visitar a su abuela casi todos los días porque ella tenía 90 años y dado que era enfermero, se mantenía cerca de ella para ayudarle con sus medicamentos y atenderla en su casa.

Sin embargo, cuando inició la emergencia por la pandemia de la COVID-19 su familia le pidió que se quedara en casa de su abuela, por el riesgo que implicaba estar fuera.

“Él desde marzo se empezó a quedarse con ella allá y solo llegaba a mi casa los fines de semana, llego a la casa por última vez del 22 al 25 de mayo estuvo en mi casa y se regresó el 25 en la tarde”, recordó.

José también menciona que una de las anécdotas que tiene presentes, es que en esa fecha su padre le ayudo a colocar algunas cosas para trabajar desde casa y le dijo que le tomara una foto para que le quedara de recuerdo y eso dice que es algo que no se explica.

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SU PAPÁ ERA UN HOMBRE MUY SANO

Su papá era una persona sana, explica el entrevistado, pero luego el 6 de junio cuando le llamo para ir a traerlo a la casa de su abuela le dijo que se sentía mal y que iría a realizarse la prueba COVID-19, de hecho, el mismo lo llevo a realizarse el hisopado el domingo 7 de junio y fue la última vez que lo vio con vida, pues falleció el 15 de junio en el IGSS de la zona 9.

Luego el 25 de junio falleció su abuela, pues cuando su papá ingreso al hospital ella empezó a experimentar síntomas de la enfermedad y la llevaron al hospital.

“Mi papá era un hombre muy sano, tenía 67 años, le gustaba hacer deporte el hacía mucha bicicleta, nunca se nos enfermó de gravedad, él no tenía diabetes, ni cáncer ni enfermedad renal, nada, era muy sano”, destacó.

Uno de los aspectos por los que cree que su situación se complicó, fue porque cuando lo llevaron al médico ya tenía varios días con síntomas.

NO HA SIDO FÁCIL, PERO ENCONTRARON CONSUELO EN SU FE

Sobrellevar la tragedia dice que no ha sido fácil, pero al ser cristianos católicos han encontrado consuelo en la fe, así que la oración no ha faltado.

“Desde que él estaba enfermo eso fue algo que nos ayudó bastante y hasta la fecha, hoy por ejemplo vimos lo de su misa de mes y la vimos por televisión porque ahora eso es lo que queda”, comentó José.

El entrevistado dice que cada persona vive el duelo de manera diferente, en su casa a quienes más le ha afectado es a uno de sus hermanos y a él, “lo he estado llorando mucho”.

José recuerda una de las últimas conversaciones con su padre y menciona que le dijo que se sentía orgulloso de lo que había logrado al verlo como un profesional desempeñándose como periodista en televisión.

El guatemalteco compartió el relato de los complicados momentos que ha tenido que enfrentar. Foto La Hora/José Martínez

“Me dijo que cada vez que me miraba en la televisión se ponía muy contento y siempre le decía todo mundo que yo era su hijo. Yo aproveche y le dije que sentía una necesidad de decirle que si en algo le había fallado que me perdonará… me dijo que no tenía nada que perdonarme que cada hijo era diferente… eso me dejo bastante en paz y después ya no le hable”, aseveró.

Aunque la oración los ha fortalecido, el dolor está presente para la familia la ausencia de su padre es latente, porque todo trae recuerdos de él, incluso dice que desde su casa se ve el volcán de Pacaya y ahora cuando lo mira recuerda todos los momentos vividos.

VIERON EL ENTIERRO SOLOS Y A DISTANCIA DEL MAUSOLEO

Cuando llego a traer a su papá fallecido, José dice que solo tres personas que lo conocían estaban junto a él y fueron quienes pudieron expresarle su pésame, no porque fueran los únicos que lo quisieran hacer, sino porque la situación ahora no lo permite.

Los trámites de ese día, dice que los realizaron los encargados de la funeraria que manejan un protocolo, asimismo, cuenta que cuando se los entregan solo le dan los restos en una bolsa y les piden no destaparlo, aunque en su caso su mamá si tuvo que verlo y cerciorarse que era él.

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“Tenía su mausoleo construido en el cementerio de San Lucas Sacatepéquez y él ahí quería ser enterrado, se logró llevarlo y para el entierro nos dejaron, nos iban a dejar primero solo a tres, nosotros pedimos entrar todos porque solo somos cinco y ya a puro rogarles nos dejaron entrar a mi tía y un primo se quedaron fuera del cementerio”, explicó.

En el entierro, José dice que los colocaron a una distancia de diez metros de donde lo inhumarían y lo vieron de lejos todo, “ese fue todo el entierro, esa fue toda la despedida, sin nadie que te diera un abrazo sin nadie que te dijera te estoy acompañando, lo enterramos el 16 de junio y al día siguiente era el Día del Padre”.

SU PAPÁ Y SU ABUELA ERAN MUY UNIDOS

Su mamá dice que, aunque todo le ha afectado, sí ha encontrado mucho consuelo en la oración y eso le ha ayudado a sobrellevar la situación.

El entrevistado, explica que lo que ocurrió es algo que nunca se hubieran esperado, porque su papá era una persona sana que finalmente perdió la batalla contra el virus y que incluso cuando se lo diagnosticaron pensó que lograría sobreponerse a la enfermedad y todo fue inesperado.

También el personal de salud se ha visto afectado por las muertes durante la emergencia. Foto La Hora/Moisés Castillo/AP

Tanto su papá como abuela, dice que tenían una relación muy buena porque eran muy unidos y siempre se preguntaban qué pasaría el día en que uno de los dos llegara a faltar y como le afectaría al que quedará con vida, pero en este caso incluso creen que ella no supo que su hijo había muerto.

Hasta ahora, José dice que no tienen certeza de cómo pudieron haberse contagiado con el virus que finalmente se llevó a su papá y a su abuela en cuestión de días.

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