Guatemala es uno de los países más vulnerables ante el cambio climático. Foto: La Hora / AFP / Municipalidad de Panzós, Alta Verapaz

En una hoja de papel se encuentran los nombres de tres mujeres y un hombre fallecidos, entre estos una persona sin identificar que dice: “bebé masculino, recién nacido”, junto a los nombres de otros cinco rescatados. En medio de la oscuridad, la linterna alumbra una nota que muestra otra vez más, una catástrofe climática que enluta a una familia y al país.

Esto fue en la comunidad de San José Las Tinajas, Panzós, Alta Verapaz, donde se reportaron dos viviendas soterradas por el paso del fenómeno hidrológico Julia, que antes fue tormenta y huracán que ingresó al país el pasado domingo 9 de octubre.

Horas después, los equipos de rescate de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), informaban de lo imposible que era llegar a esta comunidad en Sierra de Las Minas, debido a la anegación e inundaciones en las vías de acceso.

En tanto Julia parece alejarse y reducir la velocidad de sus vientos, el recuento de daños deja como saldo 13 fallecidos (5 en Panzós y 8 en Santa Eulalia, Huehuetenango), 2 heridos, 3 desaparecidos, más de mil personas albergadas, más de 1,300 evacuadas, y alrededor de 200 personas en riesgo.

A esto se añaden daños en cientos de viviendas y en la infraestructura de carreteras destruidas y puentes dañados a lo largo del territorio.

“La experiencia de Eta e Iota nos dejó una gran lección para responder con ayuda humanitaria”, expresó Oscar Cossío, secretario ejecutivo de Conred, en cuanto a su plan de respuesta para atender a más de 160 mil personas afectadas por Julia.

 

Sin embargo, expertos como Alejandro Maldonado, exsecretario ejecutivo de Conred no concuerdan con estos avances o lecciones y más bien consideran que desafortunadamente el país está retornando al enfoque de respuesta y no al de prevención de desastres.

DEL RESCATE A LA PREVENCIÓN

Guatemala es uno de los países más vulnerables ante el cambio climático. Según la actualización del World Risk Report 2020 (Reporte Mundial de Riesgo, por sus siglas en inglés), el país se ubica en la posición 10 de los países con mayor riesgo de desastres del mundo con un 20.09%.

Huracanes, inundaciones, sismos, deslizamientos, erupciones volcánicas son parte de los acontecimientos que se reportan con cierta periodicidad que permiten a los expertos dar un diagnóstico de país, tal como se refleja en el informe de evaluación de Cambio Climático (IPCC) en los cuales se concluye que el hombre es el principal causante de este cambio, como lo explicó en su momento el doctor Edwin Castellanos de la Universidad de Valle de Guatemala (UVG).

Desde la creación de la Conred en 1996, entonces con un presupuesto “ridículo” de Q10 millones, el menor de toda la región, sumado a una serie de desastres severos que han sucedido en el país, se han logrado cambios importantes en el enfoque de los desastres, explica Alejandro Maldonado, exsecretario ejecutivo de dicha institución: “Del enfoque de emergencias, se pasó a la prevención”, detalló.

“El huracán Mitch (oct. 1998) fue el parteaguas”, indica Maldonado. Esto porque se empezó a tomar conciencia de que no era posible continuar trabajando bajo el enfoque de emergencia, entendido desde el Comité Nacional de Emergencia.

Los países de la región atravesaban por una situación similar. Fue a partir de Mitch que se fortaleció el presupuesto de la institución que dio comienzo a una visión preventiva, recuerda.

 

De acuerdo con los cálculos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) el huracán Mitch provocó daños totales estimados en US$748 millones, de los que el 40% correspondieron a daños directos.

Siguieron eventos fuertes como el huracán Stan (nov. 2005) y Agatha (2008). En este último, el impacto de la prevención después de 10 años, lo cual se vio reflejado en el menor número de muertes y mayores acciones de prevención, indica Maldonado.

Hubo daños en la infraestructura, pero hubo avances en temas como los sistemas de alerta temprana y organización comunitaria, así como equipos para la reducción de desastres.

Eventos posteriores como la erupción del volcán Pacaya (2010) demostraron el buen funcionamiento del sistema de alerta temprana, contrario al manejo que se tuvo durante la erupción del volcán de Fuego (2018) en el que hubo falla al no activarse los sistemas de alerta temprana.

Recuerda que durante el evento del Pacaya se tuvo el doble de viviendas afectadas, sin embargo, en 2010 funcionó bien el sistema de alerta temprana, se logró evacuar a más de 6 mil personas y se lamentó una pérdida humana, un periodista en cobertura.

En cambio, en 2018, tristemente remarca que no se activaron sistemas de alerta temprana y el resultado fue una elevadísima cifra de pérdida de vidas humanas. “Me preocupa pensar si estamos retrocediendo en esa temática”, comenta Maldonado.

Posteriormente, menciona que Eta e Iota nos debe llamar a la reflexión si se mantiene el enfoque adecuado de prevención y gestión de riesgos de desastres.

Aunque se abstiene de opinar sobre el Estado de Calamidad emitido por el presidente Alejandro Giammattei, resalta la necesidad de invertir recursos en prevención para reducir necesidad de erogar posteriormente recursos en la respuesta ante desastres.

“Se ha demostrado que enfoque de respuesta no funciona, no solo para evitar pérdidas de vida humanas, sino porque así se hace más difícil alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODM) si constantemente se pierde inversión en desarrollo e infraestructura”, resalta.

MOMENTO CRÍTICO

Efraín Bámaca-López, guatemalteco experto en cambio climático, y actual profesor e investigador de la Universidad Austral de Chile, considera que, en el contexto actual de próximas elecciones, la corrupción posiciona a Guatemala en un momento crítico.

“El cambio climático es una variable para considerar, y los futuros gobernantes no la toman en cuenta. Como ciudadanos debemos demandar y exigir que sea tomada en cuenta, más allá de una visión paliativa, sino de acción”, agregó.

A su parecer, las vulnerabilidades sociales complican más las cosas y el cambio climático toca el país de manera fuerte y lo seguirá haciendo, por lo que debemos estar preparados. Resalta el necesario aporte de la academia para generar sinergias positivas en este proceso.

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