Varias vacunas se han vencido durante los últimos días. Foto: La Hora/Archivo

Cuando se registra la cuarta semana en la nueva ola de contagios de COVID-19, con hasta 1,269 casos, miles de vacunas terminaron en la basura y otras miles más siguen la ruta de próximo vencimiento. Ya suman 7.7 millones vencidas desde mayo, con una pérdida de Q471.4 millones, según datos del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS).

A esta pérdida debe añadirse el costo mensual por la custodia de cientos de cajas de vacunas vencidas por orden del Ministerio Público (MP), que deberán continuar bajo resguardo en el Centro Nacional de Biológicos. No pueden destruirse ni movilizarse y ocupan espacio de almacenamiento en furgones refrigerados. Eso le cuesta a la cartera de salud Q45 mil mensuales, informaron.

En tanto, las donaciones de vacunas continúan, tal como el reciente lote de 349,830 dosis de Pfizer que ingresaron la semana pasada, con el compromiso de completar 1 millón 350 mil dosis, de acuerdo con el MSPAS.

 

En paralelo, una cifra similar de 377,713 dosis de Pfizer está por vencerse el 30 de junio, según datos del diputado Orlando Blanco, del Grupo Parlamentario de Oposición.

Si bien el MSPAS argumentó que este es un fenómeno que se ha dado en casi todos los países, expertos argumentan una serie de errores en el plan de vacunación, tal como no tener la capacidad logística para conservar estas vacunas, centralización de los servicios, sumado a una escasa cobertura.

“Ciertamente otros países han desechado millones de vacunas, pero más del 70% de su población está vacunada. En Guatemala solo el 35% de la población tiene el esquema completo”, argumenta el epidemiólogo Edwin Asturias, quien también se refiere a cuáles deberían ser los siguientes pasos.

Dr. Edwin Asturias conversó con La Hora respecto al tema de las vacunas vencidas. Foto: La Hora
VACUNACIÓN SE REDUCE

Resulta un desafío que las nuevas dosis lleguen a los brazos que se necesitan, cuando el ritmo de vacunación ha decrecido en los últimos meses. De administrarse alrededor de dos millones de dosis mensuales durante julio, agosto y septiembre del año pasado; a un ritmo actual de 350 mil dosis mensuales, como asegura el doctor Eliú Mazariegos, director del Sistema Integral de Atención en Salud (SIAS).

La caída en el ritmo de vacunación bajó en abril, confirma Laboratorio de Datos con un estimado de 20 mil dosis diarias.

 

Segundo, el tiempo de vida media de estas vacunas es corto. En promedio de tres a cuatro meses, de acuerdo con el ministro de Salud, Francisco Coma, dato que coincide con el diputado Blanco, quien ha fiscalizado fechas de vencimientos y considera que debería tomarse en cuenta los costos de las donaciones.

Parte de los problemas en este momento es que no hay quién consolide un segundo registro de las dosis distribuidas en las áreas de Salud a nivel nacional, lo cual seguramente aumentaría las cifras del Centro Nacional de Biológicos, expone Blanco.

En la fotografía se puede observar la disponibilidad de vacunas contra el COVID-19. Foto La Hora
FALLÓ LA COMPRA DE SPUTNIK

La doctora Zulma Calderón, defensora de la Salud de la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH) expone tres puntos fallidos que deben tenerse claros para haber llegado a esta pérdida millonaria, especialmente con la compra de vacunas Sputnik V, las cuales registran mayor número de pérdidas. Un total de 4.8 millones.

Calderón expone que han sido críticos con esta adquisición, pues no se tenía la capacidad instalada ni la logística para resguardar la congelación especial que requería esta vacuna (-18ª C). Por ejemplo, “no va a comprar 15 libras de carne si no tiene refrigeradora o estufa”, compara.

Esto provocó que las dosis de Sputnik V se concentraran en los centros urbanos, sumado a un contexto de adquisición poco transparente, además de que no estuvo disponible en forma oportuna. Recuerda que más del 50% de Sputnik V ingresó hasta finales del año pasado.

 

A esto se añade la falta de certeza del segundo componente de esta vacuna, así como una marca que aún no ha sido aprobada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo cual generó desconfianza en la población al no estar autorizada para ingresar a otros países.

El epidemiólogo Edwin Asturias coincide con los argumentos de Calderón y manifestó su desacuerdo con esta compra cuando estuvo al frente de la Coprecovid. “Creo que el gobierno puso todas las nueces en la misma canasta. Si no hubiese sido por el mecanismo COVAX y la donación de Estados Unidos, estarían peor los números”, afirma.

Zulma Calderón, defensora de la salud de la Procuraduría de los Derechos Humanos también se pronunció sobre este tema. Foto La Hora
MENOS VACUNAS, MÁS CONTAGIOS

Con menos vacunas disponibles estos días, no disponibles para los menores, se suma un registro de aumento de casos, con bajos indicadores de vacunación. “Hay un repunte de casos en los espacios de trabajo y colegios, sumado a una falta de datos”, aseguró.

Calderón concluye que ciertamente la población perdió el interés en la vacunación. Sin embargo, deja claro que esto se produjo por una mala estrategia de comunicación para la población.

Al final, sostiene que esta es una batalla perdida puesto que el plan de vacunación solo es reflejo de un sistema inequitativo con una falta de prevención y centralización de los servicios de salud en el país.

Las cifras de vacunas disponibles y las vencidas varía constantemente. Foto La Hora
PÉRDIDA ECONÓMICA Y DE PREVENCIÓN

Asturias resalta que la pérdida y expiración de dosis de vacunas COVID-19 se ha dado en casi todos los países.

Estados Unidos, por ejemplo, ha desechado 82 millones de dosis de vacunas por la disminución de la demanda y el uso de viales multidosis que dificultan evitar las pérdidas. En Canadá han expirado 1.5 millones de dosis y en Suiza 600 mil. “Pero en Guatemala, con escasos niveles de vacunación completos, esto ha representado una pérdida, no solo económica, sino de prevención para la población”, expone.

UN PROGRAMA DE RUTINA

Frente al escenario actual, con más contagios por COVID-19 y menos ritmo de vacunación. Asturias prevé que en los próximos meses solo vamos a ver pequeñas olas de contagios, puesto que las variantes Delta y ómicron dejaron a mucha gente protegida naturalmente por un periodo de 6 a 9 meses.

 

Sin embargo, considera la necesidad de vacunar a más personas. Para ello lo mejor es establecer el programa rutinario COVID-19 e Influenza. “Vacunarse como rutina será importante para el futuro”, sostiene.

Luego de que la fase de alarma disminuya, Asturias resalta la importancia del siguiente paso: Integrar el programa de vacunación en forma rutinaria.

“Todos tenemos que vacunarnos contra el tétanos cada 10 años y contra la influenza (gripe) cada año; así debe implementarse un programa de rutina contra la COVID-19”, comentó.

Asturias recordó que está comprobado que estas enfermedades no solo le cuestan dinero a la empresa, ya que los trabajadores pierden de Q1,200 a 1,300 mensuales. Esto conduce a que los centros de trabajo deben integrar esta vacunación para proteger a sus trabajadores como parte de su tarjeta de salud anual, agregó.

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