Dennis Orlando Escobar Galicia

Yuri Valentinovich Knórozov nació el 19 de noviembre de 1922 -cinco años después del triunfo de la Revolución Rusa o Revolución Bolchevique-  en Jarkóv, URSS, actualmente región ucraniana. Hijo de padre y madre intelectuales que interrumpió sus estudios universitarios al detonar la Segunda Guerra Mundial y haber sido involucrado al ejército soviético en la Gran Guerra Patria  como hacedor de trincheras  para derrotar al nazismo. En 1945, yendo con su unidad militar en Berlín, Alemania,  en un incendio de una biblioteca salvó de las llamas unos  libros  que despertaron  su interés por la cultura maya.

Uno de los libros rescatados por Yuri era nada menos que la compilación de tres de los códices mayas elaborado en 1930 por Villacorta y Villacorta en Guatemala: Códice de Dresde, Códice de Madrid y Códice de París. El otro  intitulado Relación de las cosas de Yucatán, de Diego de Landa. Así empezó a incursionar en los valores fonéticos simbolizados en los glifos.  Ambos textos  fueron  guardados en la mochila soldadesca y se los llevó a Moscú al terminar la guerra para empezar su genial investigación.

Ya en la URSS continuó sus estudios universitarios con énfasis en la lingüística y la epigrafía, graduándose en 1948 en la Universidad Estatal de Moscú. En seguida obtuvo un doctorado en ciencias históricas por sus investigaciones que trataban sobre el significado de los  glifos mayas.  Fue en esta universidad donde leyó un artículo del investigador alemán Paul Schellhas (1859-1945), que opinaba que el desciframiento de los textos mayas era imposible. Para Yuri lo expresado por el germano en lugar de desmotivarlo se le convirtió en un aliciente para demostrar que “lo que fue creado por una mente humana puede ser descifrado o entendido por otra”.

Ya doctorado,  Yuri Knórozov fue contratado como investigador en el Instituto de Etnografía del Museo Kunstkamera de Leningrado para que estudiara  al máximo sobre la escritura maya. Era la época que las potencias -USA y URSS-  mostraban mucho interés por lo que consideraban de primerísimo orden para demostrar su hegemonía.

Al aplicar la epigrafía en el análisis de textos mayas, el doctor Knórozov determinó que contenían 355 signos y ya en 1952 logró establecer la manera de leer algunos de ellos. Vale mencionar que varios investigadores estadounidenses corrían a tambor batiente por ser los primeros en descifrar la escritura maya, pero Yuri Knórozov mucho más distante de la cuna de los mayas y sin poder salir de su país se adelantó.

En 1963 el doctor Yuri Knórozov publicó su trabajo más importante sobre la escritura maya: La escritura de los indígenas mayas. Sus hipótesis del desciframiento se divulgaron  rápidamente en Europa en la década de mil novecientos setenta, ayudando en gran medida a la lectura de las inscripciones de los antiguos mayas.

Desafortunadamente las hostilidades de  la Guerra Fría obstaculizaron que las investigaciones del doctor Knórozov y de otros de sus seguidores llegaran inmediatamente a los países originarios de la cultura maya. Él, incluso, no podía salir de su país –la otrora Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas-  y conocer los países originarios de la cultura maya e investigar en el sitio, sobre el terreno, las escrituras mayas.  El científico soviético logró hacer su descubrimiento en la distancia y muy vigilado por la seguridad Soviética. “Soy un científico de despacho. Para trabajar con los textos mayas no es necesario estar sobre las pirámides”, dijo.

En Guatemala eran unos cuantos que sabían de la existencia de tan notable científico y de sus investigaciones, en virtud de que todo lo que provenía de los países de la llamada cortina de hierro era considerado subversivo. A pesar de que en uno de los errantes  viajes de Jacobo Árbenz Guzmán, cuando andaba del tingo al tango en busca de asilo político, lo conoció en San Petersburgo,  URSS: “Tuvimos  el honor de conocer al científico soviético Yuri Knórozov, a quien nuestro pueblo maya debe tanto”, escribió el expresidente derrocado por USA.

Fue hasta  en 1991, durante el gobierno de Marco Vinicio  Cerezo Arévalo y por la activa participación de su esposa, Raquel Blandón, que el doctor Yuri Knórozov  fue traído a Guatemala para que conociera uno de los países origen de la cultura maya.  “El genio epigrafista”, así calificado en Rusia, llegó a Guatemala en compañía de su alumna estudiante doctoral Galina Yershova.  Fue llevado a lugares iconos de la grandeza maya; en Tikal subió el Templo del Gran Jaguar y al llegar a la cúspide se sentó y se puso a imaginar cómo había sido la vida de los mayas en ese lugar  y a  los personajes que aparecen en los textos descifrados por él. El gobierno guatemalteco lo condecoró con la Orden del Quetzal.

En 1994 el doctor Knórozov visitó el sureste de México, siempre acompañado de su fiel discípula la doctora Yershova. Un año después recibe la Orden del Águila Azteca y participó en el Tercer Congreso Internacional de Mayistas, celebrado en el país de los aztecas o mexicas. En 1995 la Universidad de Quintana Roo, México, imprimió una recopilación de sus textos más importantes, entre ellos un diccionario de glifos mayas en español con más de mil significados, preparado conjuntamente con su alumna.

El lingüista Knórozov, miembro de National Geographic Society  y de la Academia de Ciencias de Rusia,  falleció a los setentaisiete años –por un derrame cerebral- en marzo de  1999 en San Petersburgo, Rusia.  En su memoria, los mexicanos en 2018 erigieron en Mérida, Yucatán,  un monumento a Yuri Knórozov;  en la parte de atrás colocaron una estela maya con la fecha de su muerte en escritura y calendario maya.

El 21 de octubre de 2013, en el marco  del Festival Internacional de la Cultura Maya, el gobernador de Mérida, Yucatán, entregó a la Premio Nobel de la Paz 1992, Rigoberta Menchú Tum, la medalla “Yuri Knórozov”, convirtiéndola ese día en la primera persona en recibirla por ser digna representante del Mundo Maya.

El 26 de septiembre de 2019, en Moscú, fue presentado el libro intitulado El último genio del Siglo XX:  Yuri Knórozov. La obra fue escrita por la doctora Galina Yershova,  profesora de la Universidad Rusa Estatal de Humanidades y directora del Centro de Estudios Mesoamericanos Yuri Knórozov, con sedes en Guatemala y México.

El presidente ruso Vladimir Putin firmó en julio del año en curso un decreto para conmemorar el centenario del nacimiento del lingüista Knórozov, dando instrucciones para realizar actividades notables y destacar la vida y  obra del que califican como  el máximo genio de la lectura  de la escritura maya. Vale mencionar que Járkov –lugar donde nació el científico- es  la segunda  mayor ciudad de Ucrania y en la actual invasión rusa tras tres meses de férreos combates lograron la retirada del ejército enemigo.

En Guatemala –según La Jornada, periódico mexicano- se inició el pasado 30 de octubre la conmemoración del natalicio del epigrafista ruso. El impreso informó que el Centro de Estudios Mesoamericanos Yuri Knórozov (CEMYK) y la Universidad en Línea de Estudios de Historia Mesoamericana, dirigida por Inés Ayau García, realizaron un conversatorio virtual en la Casa de Desarrollo Cultural de Santa Cruz del Quiché; en la charla participó Galina Yershova que en 2012 fundó el  Centro en Guatemala con la convicción de que “la escritura maya es un patrimonio de la humanidad y tenemos el reto de seguir desarrollando la escuela científica que legó Yuri Knórozov”.

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