Imagen: Cortesía Suplemento Cultural
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Catherine Lozano

 

 Catherine Lozano. Nació el 20 de diciembre del 2000 en la Ciudad de Guatemala. Su inmensa curiosidad y su insaciable amor por el conocimiento la ha llevado a descubrir el frenesí por la lectura que resultó en el camino de la licenciatura en Letras y Filosofía en la Universidad Rafael Landívar. Estudiando su carrera se reencontró con la escritura, escondida dentro de sí misma, aguardando a que cuando la voltee a ver, le arroje el camino del desconocimiento que la lleve a conocerse, sin duda una de las formas que posee para nunca dejar de aprender. Entre sus metas para el futuro están seguir aprendiendo a partir de dar clases y trabajar en el mundo editorial.

 

(sobre)Vivir

Diciembre, año 2000 y vine al mundo,
me esperaste ilusionado
y fue nuestra primera navidad juntos.
Tuvimos un arbolito,
regalos,
alegría y cansancio por la recién nacida

Marzo, año 2007 y te fuiste de aquí
Dejaste un vacío que no puede ser llenado.
Tristeza,
enojo,
caos.
Un renacer.
La liberación de la madre.

Diciembre, año 2008 y soledad
Un padre interesado en alguien más,
mientras estoy encerrada en el baño
llorando.
Abandonada frente al portón
en esa fría noche.
Con el portón negro de la casa de mi madre
frente a mis ojos llorosos,
con un padre enojado alejándose.
Madre y padrastro
abren la puerta y me llevan a su cuarto.
Nos quedamos viendo películas
acompañados por las lágrimas y el ruido de fondo
hasta que los ojos se cierran
para no recordar nada.

Diciembre, años 2009-2014
Familia y amigos,
bailes y presentaciones.
Convivencia y pertenencia,
cuetes quemados.
Cenas en dos casas,
risas y más alegría,
hasta la despedida.

Diciembre, año 2015
Sin amigos,
frente a la televisión con mi padrastro
quien se va a medianoche,
descansa, no te duermas tan tarde.
Hubiera ido a dormir pronto.

Diciembre, año 2016
Memorias difusas,
sin alegría.
Medianoche y a dormir,
Después del catastrófico año.

Imagen: Cortesía Suplemento Cultural
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Diciembre, año 2017
Dos hermanas frente a la televisión,
una se queda dormida
y la otra desolada.
A la cama de nuevo.

Diciembre, años 2018-2020
Sin hermana al lado,
una visita a los abuelos,
una cena familiar
y a dormir.

Diciembre, año 2021
Sin hermanos,
sin abuelo,
sin amigos,
sin dos cenas,
sin risas.
El sino de la vida,
que se va consumiendo
poco
a
poco.

Diciembre-mayo, años 2022-2023
Muerte(s) y duelo(s).
Medicamento y (re)encuentro.
No sé qué quiero,
No sé quién soy ni a dónde voy.

Julio, año 2023
Otro país, otro idioma.
Perdón y avanzar.
Cansada, deseando recuperar(las).
Sueños y metas,
Sola en el apartamento,
Soñando y con miedo
A lo que puede no ser.

Senderos

El mundo de Demian a los 10 años cambió,
conoció el mundo de la luz y la oscuridad.
Cuando cumplí 6 años el mío se transformó,
la oscuridad tomó fuerza
y tuve mis primeras pérdidas,
sin saber qué era el duelo.

Caminé y caminé,
sin saber que podía evitar algunas piedras,
pues, aunque dolían y hacían sangrar mis pies,
eran mi hogar.
Hasta que se me atravesó la primera roca.

Seguí caminando, esperando que las heridas se curaran solas,
ignorarlas era más fácil que tratarlas.
Hasta que la misma roca regresó y más grande,
más agresiva,
dispuesta a destruirme.
Traté de evitarla, pero moverme era casi imposible, pues me movía en círculos.
Traté de tomarla y dominarla,
de domesticarla,
sin saber que me puse la correa en el cuello,
que en cualquier momento podía moverse y me ahogaría.

Logré soltarme, pero las heridas arden aún,
a veces la veo asomarse,
no trato de evitarla,
aunque tampoco quiero que vuelva a golpearme.

Las piedras ahora ya no me lastiman como antes,
evito algunas,
otras no.

Imagen: Cortesía Suplemento Cultural
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La roca ha dejado de ser agresiva por ahora,
su tamaño ha disminuido,
aunque no tanto.
Viene de vez en cuando,
ya no peleo con ella.
Me acompaña ahora.

La persecución

A veces siento que he desperdiciado mi vida,
sintiendo mucho y demostrando poco,
desconectada de mí misma.
Soy fría, distante, eso me han dicho,
cuando por dentro he tenido que morir incontables veces
para poder estar de pie ahora.

El miedo, la tristeza y el enojo siempre presentes,
también el amor, la ilusión y la ingenuidad.
A la vez tan distantes,
desconectada de mí misma
sin saber cómo recuperarme o si mejor reinventarme.

El dolor de la desconexión personal
es un constante desgarramiento,
intento saltar, correr, gatear, lo que sea para tomar mi muñeca del otro lado,
a veces lo logro y estoy cerca,
hasta que los constantes muros se interponen de nuevo.
Tengo miedo de nunca poseerme.

El Diablo

Tengo tanto miedo de volverme una esclava de este mundo,
ha habido momentos donde imaginar habitar otra realidad me tranquiliza más,
porque este mundo tiende a destruir
y vivir en constante destrucción termina en cenizas sin un renacer.

Ladrón de copas

Después de la batalla había sangre por todo el cuerpo
por la pequeña cortada de la espada.
Llegó el momento de tomar los bastos y apoyarlos en la tierra
Para así levantarse y avanzar,
sin olvidar las copas
que eran de los demás.

Los enemigos en el piso con ligeros movimientos,
ya nada pueden hacer.
Como el ladrón que toma la espada hay que huir,
no queda nada más qué hacer
y cae el anochecer.

(in)Habitar

Si te pongo frente a mí,
si te pido quedarte y no abandonarme,
yo te abandoné
¿aceptarías?

Si te pido luchar,
si te pido aguantar un poco más,
tiendo a huir
¿aceptarías?

Si te pido…
… quédate,
no más muros.
Ya no quiero más
Quédate y no pondré más muros,
Te me quiero de regreso.
Volver a habitarme.
Desabandono

Tierra de otros,
Palabras de otros,
Pensamientos de otros.
Casi nada mío.
No quiero regresar a donde nunca pude ser.

Desarme

Aprender a desaprender es una de las cosas más difíciles de lograr,
pero necesario para crecer.
Desaprender(me) para desprender.
Desaprender para despertar(me).
Desaprender para escuchar(me).

El me implícito en todo
para enredar(nos),
anudar(nos),
vivir(nos),
amar(nos).

Selección de textos Roberto Cifuentes Escobar

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