Dennis Orlando Escobar Galicia

Desde el 2022 se hizo tremenda alharaca a la película “¡Que viva México!”, del mexicano Luis Estrada, famoso por sus filmes “La ley de Herodes” (1999), “Un mundo maravilloso” (2006, “El infierno” (2010) y La dictadura perfecta (2014). Se dijo, entre otras cosas, que la cinta iba a ser rechazada por el gobierno de AMLO, debido a su argumento clasista, sarcástico a las costumbres mexicanas, e irrespetuoso con el mandatario y su partido político; incluso se rumoró que, ante tantas presiones, el director había desistido al proyecto fílmico original. El asunto fue tan cacareado que provocó expectativas. En lo personal estaba pendiente de lo que ocurriría, en virtud de que los anteriores títulos me gustaron por la forma en que se había retratado la politiquería mexicana del PRI y del PAN y sus consecuentes desgracias: corrupción, demagogia, criminalidad y demás. La película finalmente fue proyectada, hace unas semanas, en los cines mexicanos y recientemente liberada para ser vista en otros medios.

“¡Que viva México!” es una película de más de tres horas de duración, protagonizada por aclamados artistas: Damián Alcazar, Joaquín Cosío, Ana de la Reguera, Alfonso Herrera, Ana Martín, entre otros. Trata de Pancho Reyes, un trabajador de capa media con muchas aspiraciones y prejuicios propios de su clase; sueña cada día con obtener más dinero y así seguir mejorando su estatus socioeconómico y capacidad de consumo. Todo cambia cuando después de muchos años, viviendo en Ciudad de México, alejado de su familia y negando su identidad, recibe un mensaje de su padre para que visite su terruño porque esa ha sido la última voluntad de su abuelo para entregar la herencia.

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Pancho planifica el viaje motivado por la curiosidad de su esposa por conocer a sus suegros y demás prole; no tanto por la herencia porque conocía su origen paupérrimo y porque además La prosperidad es un lugar desértico. En el traslado se hacen acompañar de sus dos pequeños hijos, una niña y un niño de edad colegial. En el trayecto se hace evidente, de la manera más jocosa, la incomodidad que sufre la familia citadina al viajar rumbo al “México profundo”: calor, polvo, obscuridad, caminos de terracería, asaltos.
Al llegar al pueblo se encuentran con un variopinto familión, integrado por disímiles personajes, que les da la bienvenida con tremendo jolgorio donde abunda la bebida y la comida propia de la región, así como la cantada, la bailada y la “contadera y preguntadera” con sus respectivos albures.

En el encuentro se reflejan de manera viva y descarnada, en su amplia coloración, las costumbres e idiosincrasia de la gente campesina del México rural, según la percepción del cineasta. Por ejemplo: no falta el pariente vestido de charro que le entra a la cantada desafinada, la anciana que se deslumbra con los lentes obscuros de la esposa de Pancho, el homosexual discriminado, la prostituta acosadora… Pero tampoco falta la pequeño burguesa que se provoca el vómito cuando se entera de la variedad de tacos consumidos, entre ellos los de tripa y demás vísceras. Estas escenas me hicieron recordar al protagonista de la novela “El asco” del salvadoreño Horacio Castellanos Moya, cuando califica a las pupusas como “repugnante tortilla grasosa” y a la cerveza salvadoreña como bebida “diarreica”.

Son continuas las escenas satíricas y algunas muy ofensivas a la cultura popular mexicana. Vale mencionar, entre otras: el ritual con el que la mayoría de mexicanos del área rural entierran a sus difuntos, la estrecha relación que tiene la gente del campo con los animales, la manía de los ancianos de guardar en baúles muchos cachivaches, la algarabía que se arma cuando hay una sesión de fotos. Demasiada grotesca y ofensiva es la toma cuando Pancho defeca, sin ningún pudor, sobre la tumba del abuelo.

 

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Confieso que pasé las tres horas carcajeándome de la galería de costumbres caricaturizadas sin ningún pudor, empero que, al finalizar y hacer el examen, me avergoncé de mi actitud. Según me he enterado la película no ha tenido el rotundo éxito que esperaban los productores, aunque por las desavenencias que existen entre AMLO y algunos actores y actrices que fueron señalados de recibir espléndidos favores de los anteriores gobiernos, se piensa que “¡Que viva México!” arrase con las nominaciones a los premios Ariel del 2023.

Opino que hasta el mismo mandatario mexicano, al tomarse el tiempo para arremeter contra la película en sus “mañaneras” conferencias, le inyectó publicidad. Anuncio que el filme no será de lo más laureado ni aplaudido en la producción de Estrada, ni muchos menos de lo mejor del cine mexicano; no obstante la buena actuación de la mayoría de comediantes y una que otra reflexión. Su autor, Luis Estrada, y la mayoría de su elenco artístico están envejeciendo al igual que el argumento fundamental de “La ley de Herodes”, con el que inició exitosamente una serie cinematográfica criticando la politiquería mexicana.

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