Personal de seguridad inspecciona el lugar donde estalló una bomba en Kabul, Afganistán. Foto La Hora/AP/Rahmat Gul.

Por RAHIM FAIEZ
KABUL (AP) — Al menos dos personas murieron y cinco resultaron heridas el martes en Kabul en explosiones separadas, provocadas por bombas adhesivas colocadas en autos, según indicó la policía de la capital afgana.

Uno de los fallecidos era Mohammad Atef, un clérigo que gestionaba una organización islamista sin fines de lucro. El presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, condenó su muerte como un “ataque terrorista a la dignidad como al futuro brillante de Afganistán”. Nadie se atribuyó los ataques en un primer momento.

La primera bomba, adosada a un vehículo militar en el centro de Kabul, hirió a dos soldados, indicó Ferdus Faramarz, portavoz del jefe de policía de Kabul.

Una hora más tarde estalló la segunda bomba en el norte de la ciudad, matando a dos personas, incluido el clérigo, e hiriendo a otras dos.

Una tercera bomba hirió a una persona en el oeste de Kabul. La policía investigaba las explosiones, indicó Faramarz.

En un comunicado del Palacio Presidencial Ghani dijo que el asesinato de Atef seguía a varios crímenes y asesinatos dirigidos. Atef dirigía el consejo central de Jamiat-e-Eslah de Afganistán, una organización islamista sin fines de lucro.

Abdullah Abdullah, presidente del Alto Consejo de Reconciliación Nacional, también condenó la muerte del clérigo. “Atef era un defensor de la paz y la reconciliación en el país”, dijo en un comunicado. “Pero, por desgracia, los enemigos del pueblo afgano nos lo arrebataron”.

En los últimos meses, el grupo extremista Estado Islámico ha reclamado la autoría de varios ataques en Kabul, algunos contra instituciones educativas en las que murieron 50 personas, la mayoría alumnos. El grupo EI también ha reivindicado unos ataques con cohetes en diciembre contra la principal base estadounidense en Afganistán. Esos ataques no dejaron víctimas.

Los ataques talibanes en la capital también se han incrementado, según un reporte publicado el lunes por el Inspector General Especial para la Reconstrucción de Afganistán (SIGAR, por sus siglas en inglés), una institución estadounidense de monitoreo. El reporte documentaba un aumento de los asesinatos dirigidos contra miembros del gobierno, líderes civiles y periodistas.

El SIGAR, que supervisa los miles de millones de dólares que gasta Estados Unidos en el devastado país, señaló que la proporción de bajas causadas por bombas caseras había crecido en casi un 17% en el último trimestre de 2020, coincidiendo con un aumento de los ataques con bombas adhesivas o “lapa”, que se adhieren a los vehículos con imanes.

Por otro lado, el Ministerio afgano de Defensa indicó el martes que el Ejército había matado al menos a 48 combatientes talibanes el día anterior en operaciones en provincias del sur, el norte y el oeste del país.

Las conversaciones de paz entre representantes talibanes y del gobierno afgano se reanudaron el mes pasado en Qatar, donde los insurgentes mantienen una oficina. Las intermitentes negociaciones pretenden poner fin a décadas de guerra, pero se han visto lastradas por el temor y la frustración en torno al auge de la violencia, y los dos bandos se acusan mutuamente.

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