Una pasajera con mascarilla para protegerse del coronavirus pasa por la estación de tren de Atocha, en Madrid, España. Foto La Hora/AP/Bernat Armangue.

Por ARITZ PARRA
MADRID
Agencia AP

Mientras la pandemia del coronavirus deja a millones de personas sin empleo y devasta economías en todo el mundo, los gobiernos afrontan el dilema entre mantener a la gente a salvo de un virus muy contagioso y asegurarse de que sigan teniendo forma de ganarse la vida.

Los trabajadores de sectores no esenciales volvían a su trabajo el lunes en España, uno de los países más afectados por el coronavirus, mientras las autoridades en Corea del Sur advertían de que los peleados avances en la lucha contra el COVID-19 podrían perderse si se suavizan las restricciones.

Las decisiones se complicaban aún más porque cada país tiene su propia curva de contagio. Territorios como Gran Bretaña, Japón y partes de Estados Unidos seguían registrando cada vez más muertes e infecciones, mientras que Francia y Nueva York confiaban en estar estabilizando sus considerables cifras de muertes y países afectados como Italia y España registraban descensos en los datos de nuevas muertes e infecciones.

El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, dijo que su gobierno debía equilibrar su respuesta a la crisis que «amenaza con arrebatar vidas y a la vez triturar el tejido económico y social en nuestro país».

En un intento por reanudar la producción industrial, el gobierno permitió el regreso de los trabajadores a algunos puestos en fábricas y construcción. Los comercios y servicios minoristas permanecían cerrados y se instaba a los oficinistas a seguir trabajando desde casa. Las autoridades indicaron que mantendrían al menos dos semanas la prohibición de salir de casa salvo para comprar comida y medicamentos, dentro del estado de emergencia en el país.

«(España) está más expuesta a la crisis, ya que depende más de servicios como el turismo, muy afectados por la pandemia. Ese hecho diferencial, muy probablemente, implicará una recesión más profunda», dijo al periódico español La Vanguardia el vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos.

Sin embargo, algunos políticos y expertos en salud afirmaban que suavizar las restricciones era prematuro en un país que ha sufrido 17.489 muertes y reportado 169.496 infecciones, solo por detrás de los 557.000 contagios contabilizados en Estados Unidos. España registró el lunes su cifra más baja en tres semanas de casos nuevos en un día.

En Madrid, José Pardinas tomó una de las mascarillas que repartía la policía cuando caminaba a su trabajo en una empresa de mudanzas, que había reanudado operaciones tras un receso de tres semanas.

«La empresa no nos ha dado nada de equipo de protección. Lo que más me preocupa es pillarme el virus, porque mi familia no se puede permitir que me den la baja, porque eso probablemente sería no cobrar», dijo Pardinas.

Por su parte, el primer ministro de Pakistán, Imran Khan, apeló a los países más ricos del mundo y a las instituciones financieras internacionales pidiendo alivio de la deuda de los países pobres, donde las cuarentenas obligatorias están arramplando con economías ya maltrechas y causando un hambre generalizada entre los pobres.

Su gobierno ha lanzado un ambicioso programa de 8.000 millones de dólares para ayudar a millones de personas necesitadas. Khan suavizó la semana pasada las restricciones en su país para permitir que la industria de la construcción, donde trabaja la gran mayoría de jornaleros del país, volviera a trabajar.

En Corea del Sur, el primer ministro, Chung Sye-kyun, dijo que las autoridades estudiaban nuevas recomendaciones que permitieran «ciertos niveles de actividad económica y social», al tiempo que se mantenían las distancias para frenar la expansión del virus.

Los casos en Corea del Sur han descendido desde principios de marzo, cuando se reportaban unos 500 casos diarios, pero las autoridades han advertido de una «expansión silenciosa» en bares y restaurantes, que siguen abiertos. El presidente, Moon Jae-in, prometió el lunes centrarse en salvar empleos y proteger la economía, ante el brusco aumento de personas que solicitaban una prestación por desempleo. La confianza en que el país derrotará al coronavirus «está creciendo», afirmó.

Pero su viceministro de Salud, Kim Gang-lip, dijo que volver rápido a la normalidad era «prácticamente imposible» dada la amenaza de los nuevos contagios.

En Sri Lanka, el gobierno anunció planes de reabrir escuelas y universidades en mayo.

El gobierno italiano dijo que más de 12.500 personas habían sido sancionadas y 150 afrontaban cargos penales por incumplir las medidas de cuarentena durante el fin de semana de Pascua. En un lado más positivo, Italia registró su menor cifra de muertes diarias por el virus, 431, elevando el total a más de 19.800 fallecidos.

El nuevo epicentro de la pandemia es ahora Estados Unidos, donde han muerto más de 22.000 personas, la cifra más alta del mundo. En torno a la mitad estaban en el área metropolitana de Nueva York, aunque las hospitalizaciones han bajado en el estado y otros indicadores sugieren que el confinamiento y el distanciamiento social están funcionando.

El COVID-19 causa síntomas moderados o leves en la mayoría de la gente, que se recupera en pocas semanas. Pero puede matar o causar complicaciones graves como la neumonía a algunos pacientes, especialmente ancianos o personas con problemas médicos previos.

En todo el mundo se han reportado más de 1,8 millones de casos, y más de 114.000 personas han muerto en todo el mundo, según un conteo de la Universidad Johns Hopkins. Pero las cifras están por debajo de la dimensión real de la pandemia debido a la falta de análisis, un conteo desigual de los fallecidos y a que algunos gobiernos minimizan el conteo de forma deliberada.

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