POR MARCO UGARTE Y YESICA FISCH/AP
IRAPUATO, MÉXICO

Varios miles de migrantes centroamericanos levantan su dedo para conseguir que alguien los lleve hacia la ciudad de Guadalajara, en el oeste de México, con el objetivo de avanzar por la costa del Pacífico hacia el norte.

Mientras a comienzos de octubre, cuando arrancó la caravana, los migrantes sufrían el calor del sur de México, ahora viajan envueltos en mantas para protegerse del frío de la mañana.

Los migrantes se reunieron temprano en una carretera que sale de la ciudad central de Irapuato para conseguir subir a camiones que los lleven a Guadalajara.

La hondureña Karen Martínez, de 29 años y oriunda de Santa Rosa de Copán, fue una de las primeras en salir del albergue de Irapuato con su hermana y sus tres hijos de 6, 11 y 13 años. “Ahí venimos, a ratos llorando, a ratos riendo, pero ahí vamos adelante”, dijo.

Contó que afortunadamente hay más vehículos que los transportan, por lo tanto no tienen que hacer su recorrido a pie, aunque el frío los obliga a salir tapados hasta los ojos. Martínez agradeció el apoyo de las autoridades mexicanas y aunque aún está a 2 mil 500 kilómetros del cruce fronterizo entre Tijuana y San Diego, ve un poco más cerca su sueño.

Las autoridades mexicanas han ayudado a los migrantes a conseguir transporte y aunque la policía les impidió ayer que hicieran dedo, sí los ayudó a conseguir camiones que los trasladaran.

Un total de 6 mil 531 migrantes atravesaron el fin de semana el estado de Querétaro, según el gobierno local. La cifra es mayor al conteo efectuado por las autoridades cuando el grupo pasó varios días en la Ciudad de México, lo que deja entrever la posibilidad de que otros migrantes se hayan sumado a la caravana.
Muchos migrantes partieron de Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua para huir de la pobreza, la violencia de las pandillas y la inestabilidad política.

México ha ofrecido refugio, asilo o visas de trabajo a los migrantes. Según el gobierno, se emitieron 2 mil 697 visas temporales a individuos y familias. Pero la mayoría ha preferido continuar el viaje hacia Estados Unidos.

“Se gana un poco más (en Estados Unidos) y tal vez uno puede apoyar a nuestra familia allá (en Honduras). Aunque queremos dar mejores cosas a nuestros hijos, no podíamos porque lo poco que uno gana es solo para la comida, para pagar casa, pagar la luz. Ya no alcanza para otra cosa”, dijo Nubia Morazán, de 28 años, mientras se preparaba para partir de Irapuato con su esposo y sus dos niños.

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