BOGOTÁ, Colombia
AP

La excandidata presidencial y exrehén de las FARC Ingrid Betancourt instó hoy a sus compatriotas a la reconciliación y dijo que el amor por su país hará posible la paz entre los colombianos.

«Podemos transformar el dolor en nuestra fuerza, la memoria en nuestra sabiduría, el duelo en nuestra fe», aseguró Betancourt durante el foro «La reconciliación más que realismo mágico» que se desarrolla en Bogotá.

Betancourt, que fue candidata a la presidencia en 2002 pese a estar secuestrada, enfatizó que «después de tantos años de separación ha llegado la hora de abrazarnos todos como la familia colombiana que nunca hemos dejado de ser», en claro apoyo al proceso de paz que el gobierno del presidente Juan Manuel Santos lleva adelante desde fines de 2012 en Cuba con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

El foro fue organizado por la Fundación Buen Gobierno que encabeza Martín Santos, el hijo mayor del jefe de Estado.

Desde 2010 Betancourt no visitaba Colombia porque, según ha dicho, ha utilizado ese tiempo para tratar de reencontrarse con ella misma.

En febrero de 2002 Betancourt y Clara Rojas, su compañera de fórmula, fueron secuestradas en el sur del país por guerrilleros de las FARC en momentos en que realizaban actividades proselitistas.

El 2 de julio de 2008 el ejército la rescató junto a tres estadounidenses y 11 policías y militares en lo que se denominó la «Operación Jaque».

Cuando recuperó la libertad, observó, «pensar en dialogar con la guerrilla era traicionar a la patria». Hoy, en cambio, «hay que aprender a confiar en el otro» y que «somos capaces de oír sin necesidad de empuñar un fusil», expresó Betancourt.

Agregó que «los que más han sufrido con la guerra son los que más buscan la reconciliación» y, contrariamente, «los más intransigentes son los que no han tenido contacto con la guerra».

La también excongresista, de 54 años, sostuvo que «no hay nada más fuerte que el perdón para detener la deshumanización» e insistió en que «la paz que queremos no es cualquier paz: es una paz justa y duradera».

Sobre su retención, la política dijo que los secuestradores primero le arrebataron la libertad y después quisieron hacer lo mismo con su identidad, cuando dejaron de llamarla Ingrid y se dirigían a ella con apodos que la hacían sentir mal. «Los nombres que me dieron fue ‘la cucha’ por vieja, ‘la garza’ por flaca, ‘la perra’ por mujer y ‘la carga’ por secuestrada», relató.

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