En esta imagen de archivo, el Papa Francisco en el Vaticano. Foto La Hora/DPA/Europa Press/Massimiliano Migliorato.

El Papa Francisco avisa que cuando se margina a los pobres la democracia está en «crisis» y supone un «fracaso» de toda la política social en su Mensaje para la Jornada Mundial de los Pobres, que se celebra el 14 de noviembre y ha sido publicado hoy.

«Si se margina a los pobres, como si fueran los culpables de su condición, entonces el concepto mismo de democracia se pone en crisis y toda política social se vuelve un fracaso. Con gran humildad deberíamos confesar que en lo referente a los pobres somos a menudo incompetentes. Se habla de ellos en abstracto, nos detenemos en las estadísticas y se piensa en provocar conmoción con algún documental. La pobreza, por el contrario, debería suscitar una planificación creativa», ha reflexionado.

Además, ha ad vertido de que «el egoísmo el que causa la pobreza». «Un estilo de vida individualista es cómplice en la generación de pobreza, y a menudo descarga sobre los pobres toda la responsabilidad de su condición. Sin embargo, la pobreza no es fruto del destino sino consecuencia del egoísmo», ha señalado.

También ha denunciado las «trampas» producidas por agentes financieros «sin escrúpulos» que crean cada vez más «indigencia y exclusión» y ha instado a dar con las «soluciones más adecuadas para combatir el virus a nivel mundial, sin apuntar a intereses partidistas».

El Papa ha citado su encíclica ‘Evangelii gaudium’ para incidir en el ‘no’ a una economía de «la exclusión y la inequidad»,’no’ a «una economía que mata». «Para un sistema económico que pone en el centro los intereses de algunas categorías privilegiadas los pobres, de hecho, constituyen una carga intolerable», ha denunciado. Por ello, ha criticado un mercado que «ignora o selecciona los principios éticos crea condiciones inhumanas que se abaten sobre las personas que ya viven en condiciones precarias».

«Se asiste así a la creación de trampas siempre nuevas de indigencia y exclusión, producidas por actores económicos y financieros sin escrúpulos, carentes de sentido humanitario y de responsabilidad social», ha recalcado.

Así ha pedido a los gobiernos y las instituciones «un enfoque diferente de la pobreza» para afrontarla «con un modelo social previsor, capaz de responder a las nuevas formas de pobreza que afectan al mundo y que marcarán las próximas décadas de forma decisiva». En este sentido ha dicho que si se margina a los pobres, «como si fueran los culpables de su condición», el concepto mismo de democracia «se pone en crisis y toda política social se vuelve un fracaso».

Para el Papa «no se trata de aliviar nuestra conciencia dando alguna limosna, sino más bien de contrastar la cultura de la indiferencia y la injusticia con la que tratamos a los pobres».

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