Por segunda vez en varios años, los chilenos votan en un referéndum sobre si reemplazar o no la Constitución actual que se remonta a la dictadura militar del general .Augusto Pinochet. Foto La Hora / AP

Los chilenos volvieron a rechazar este domingo cambiar de constitución, de tendencia conservadora, con lo que se mantendrá vigente la Carta Magna de la dictadura de Augusto Pinochet.

Con más del 99,55% de los votos escrutados, un 55,76% votó en contra de la nueva propuesta, un texto que era más conservador en lo moral y en lo económico y que había cosechado fuertes críticas por el riesgo que suponía al limitar derechos ya conquistados, como los de las mujeres. El 44,24% de los votantes la apoyó.

“La política ha quedado en deuda con el pueblo de Chile”, sentenció el presidente chileno, Gabriel Boric, ya en la noche tras conocer los resultados del plebiscito que, pese a cosechar la posición de rechazo que el oficialismo respaldaba, no fue encajada como una victoria.

Reiteró Boric que el proceso constitucional queda ya cerrado sin posibilidad de un tercer intento, al menos durante su mandato, ya que “las urgencias son otras”. Y cuestionó que no haya logrado ”canalizar las esperanzas de tener una nueva Constitución redactada para todos».

Luego “de dos propuestas constitucionales plebiscitadas ninguna logró representar y unir a Chile en su hermosa diversidad», recalcó. «El país se polarizó, se dividió”.

 

Dos horas antes, el primer representante de la derecha en reconocer que Chile no tendrá nueva constitución fue Javier Macaya, líder de la Unión Democrática Independiente, quien pidió al gobierno “que sea coherente” y que no vuelva a levantar el tema constitucional.

José Antonio Kast, el líder del ultraconservador Partido republicano, también reconoció sin tapujos su derrota y subrayó que “no hay nada que celebrar” para nadie. Se atribuyó como logro que gracias a su partido se pusieron sobre la mesa los problemas más urgentes del país como la seguridad y la inmigración.

“Este resultado le da al mismo presidente Boric un mandato claro: trabaje, gobierne y hágase cargo de los problemas urgentes de los chilenos”.

Y ante las docenas de personas que le escuchaban —alguna con lágrimas en los ojos— lanzó un mensaje a futuro: “Este partido solo tiene que crecer”.

La vocera de la posición “En contra”, Carolina Leitao, también se pronunció antes de que concluyera en escrutinio y afirmó que el resultado es un gran remezón para la política. “Queremos más acuerdos y menos disputas” señaló sobre el pronunciamiento a través de las urnas de la ciudadanía.

El texto rechazado en las urnas fue elaborado por una constituyente con mayoría ultraconservadora después de que el año pasado los chilenos también desecharan, con el 62% de los votos, otra propuesta mucho más progresista redactada por distintos sectores de la izquierda y apoyada por el presidente Gabriel Boric.

La Plaza Italia, que fue el epicentro de las masivas manifestaciones de 2019, se quedó en silencio tras conocerse los resultados. Un discreto despliegue fuerzas antidisturbios impidieron el paso al medio centenar de personas que querían celebrar la derrota de la propuesta conservadora.

Lo que quieren la mayoría de los chilenos es justo lo contrario, pasar página.

“Todo el proceso en sí ha sido una pérdida de recursos para el Estado… una burla”, lamentó Johanna Anríquez, una funcionaria de 38, que votó en contra de la propuesta por considerarla “muy extremista”.

“Quedémosnos con lo que está y por favor, dedíquense a trabajar en la seguridad” que es lo que más preocupa a los ciudadanos, pidió a los políticos.

Para Rodrigo Espinoza, analista político de la Universidad Diego Portales, atribuyó la derrota del nuevo texto a que era una “propuesta divisiva” derivada de que “los sectores de derecha, especialmente el Partido Republicano, optaron por elaborar una propuesta más bien identitaria, casi como una suerte de programa de gobierno.

Los chilenos, además, llegaban al plebiscito en un ambiente de hastío generalizado.

“Prefiero algo malo a algo pésimo”, dijo después de votar a primera hora la expresidenta Michelle Bachelet, que hizo campaña por el «En Contra» y la defensa de los derechos de las mujeres.

En cambio, el también exmandatario Sebastián Piñera, el conservador en cuyo gobierno tuvo lugar el estallido social de 2019 que provocó el inicio de este proceso constitucional, pedía cerrar cuatro años de “sacrificios” e “incertidumbres” para tener “una constitución aprobada en plena democracia, que nos dé la estabilidad, la unidad, la proyección que Chile necesita”.

Hace cuatro años miles de chilenos tomaron las calles para demandar mejores pensiones, salud, y educación y acabar con las desigualdades. Estas fueron unas protestas sin precedentes en la historia del país sudamericano considerado una de las democracias más estables de la región.

La iniciativa contenía elementos polémicos en temas como la inmigración al consagrar la expulsión de inmigrantes irregulares “lo antes posible”, la objeción de conciencia de instituciones, el derecho de huelga o la exención tributaria del pago de contribuciones de la primera vivienda. Asimismo, el que puedan ser beneficiados con prisión domiciliaria por edad o enfermedad condenados por graves violaciones de derechos humanos.

Los colectivos feministas temían que el cambio de redacción de la nueva propuesta para proteger la vida «de quien» está por nacer podría allanar el camino para derogar el aborto en las tres causales aprobadas en 2017 (violación, riesgo de la vida de la madre o inviabilidad del feto). Además, denuncian retrocesos en materias de servicios sociales o participación política.

 

Fernando Escudero, un jubilado de 77 años, se quejaba de que el texto declare el agua “un bien de consumo” y no un derecho humano en un país con una fuerte crisis hídrica. “Leí el texto completo, es muy malo, aunque el texto anterior también era muy malo pero tenía cosas rescatables”.

Para algunas familias votar en el Estadio Nacional de chile, uno de los mayores centros de detención después del golpe de estado de 1973, fue “una revancha” de la democracia sobre la dictadura, dijo la diseñadora Valeria Salzmann, de 44 años.

Y para Jaime Fones, 87, un exmaratonista y ex marino mercante y que tuvo que salir exiliado tras el golpe, se mezclan los recuerdos de cuando entrenaba aquí con los de “la matanza salvaje que hicieron” los militares, dijo desde su silla de ruedas confiado en que no se apruebe la nueva propuesta.

Muy distinto piensa César Campos, un taxista de 70 años, que esperaba la victoria del voto “A favor” porque con la izquierda “no hay inversión, no hay productividad, como se ha visto en Argentina” y la nueva Constitución lo garantiza. “Con la derecha el país camina”, sentenció.

Claudio Morales, un mecánico de 28 años que dijo haber votado en el pasado al ultraconservador Partido Revolucionario y apoyar algunas medidas como un control migratorio, señaló que esta vez no siguió la línea de ese grupo. Rechazó las dos propuestas constitucionales porque, en su opinión, “Chile en leyes no está mal, el problema es ocupar las que tenemos, aplicarlas”.

Se imponga el resultado o no el oficialismo no tendrá mucho que celebrar ya que la ciudadanía se mantiene muy crítica por la creciente inseguridad, que se ha duplicado aunque Chile sigue estando a la cola en criminalidad en la región, y con casos de corrupción vinculados, los más recientes, a uno de los partidos de la coalición oficialista.

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