Durante siete décadas, el Partido Comunista de China ha gobernado el país más poblado del mundo. Foto La Hora. AP.

Durante siete décadas, el Partido Comunista de China ha gobernado el país más poblado del mundo. Los expertos afirman que, a medida que la población de la nación alcance su punto máximo y empiece a reducirse, se encontrará con retos que van desde mantener a los ancianos hasta llenar las filas de su ejército.

El crecimiento de la población china se ha desacelerado desde hace años, pero el anuncio oficial del martes de que la población del país se redujo en unas 850.000 personas en 2022 se produjo antes de las proyecciones previas. «Esos desarrollos… bien pueden representar desafíos tanto dentro como fuera del país. En resumen, el Partido puede estar pasando por un mal momento», opina Mike Mazza, analista de modernización militar china en el American Enterprise Institute, un centro de estudios en Washington.

Otros son menos pesimistas. «China se está volviendo cada vez más una nación de alta tecnología, por lo que es vital concentrarse en mejorar el sistema educativo, particularmente en las empobrecidas zonas rurales e incluso en las ciudades. También lo es aumentar la productividad. Las personas más ricas comprarán más, lo que también aumenta el PIB», recalca June Teufel Dreyer, especialista en política china de la Universidad de Miami.

Si la tendencia continúa, como se espera, la ONU calcula que la población de China caerá de 1.410 millones de personas a unas 1.310 millones para 2050 y que seguirá reduciéndose a partir de ahí. Beijing intentó previamente controlar el crecimiento de su población. Las preocupaciones de que la población estaba creciendo demasiado llevaron a China a adoptar su «política de un solo hijo» a fines de la década de 1970. Beijing alega que esa política evitó 400 millones de nacimientos adicionales, pero los demógrafos no están de acuerdo sobre cuánto de la caída en las tasas de natalidad se debe a esa medida.

La política de un solo hijo se sumó a los cambios sociales existentes, en particular la multitud de personas que migraron a las ciudades durante el auge económico, dicen los demógrafos. «Por supuesto, la política del hijo único tuvo su efecto», explica Sabine Henning, responsable de la sección de cambio demográfico de la Comisión Económica y Social de la ONU para Asia y el Pacífico, con sede en Bangkok. «Pero los estilos de vida han cambiado y los gastos de manutención han aumentado, por lo que la gente está menos dispuesta a tener hijos. Todo esto provocó… un nuevo descenso de la tasa de natalidad desde que se puso fin a la política del hijo único».

La experiencia en Europa y Japón muestra lo difícil que es cambiar la mentalidad y revertir el declive con incentivos y campañas gubernamentales. Ante una tasa de natalidad en picada, la política de un solo hijo se abandonó hace siete años, pero los esfuerzos para alentar que haya familias más grandes han fracasado en gran medida, como pasó con esfuerzos similares en otros países. Europa y Japón también han luchado por cambiar la mentalidad de las familias y revertir el declive con incentivos y campañas gubernamentales.

«Me sorprende cómo todo el mundo parece estar de acuerdo en que el planeta ya tiene demasiada gente, cuya demanda incluso de lo más básico para la existencia, como comida, agua y techo, impone exigencias intolerables al ecosistema. Sin embargo, en cuanto la población de un país empieza a disminuir, su gobierno reacciona casi con pánico», afirma Dreyer.

El desafío demográfico más inmediato de Beijing es el envejecimiento de la población: las cifras del martes mostraron que casi el 20% de la población ahora tiene 60 años o más, y los cálculos chinos indican que ese número aumentará al 30%, o más de 400 millones de personas, para 2035. Cambios similares tomaron décadas en Europa.

 

«Tuvieron más tiempo para adaptarse, mientras que esto está sucediendo mucho más rápido en Asia», advierte Srinivas Tata, director de la división de desarrollo social de la Comisión Económica y Social de la ONU para Asia y el Pacífico de la ONU. Para poder hacer frente a esta creciente población de jubilados, China podría aumentar la edad de jubilación, actualmente de 50 a 55 años para las mujeres y de 60 para los hombres.

La noticia demográfica llega en momentos en que la economía de China aún se está recuperando de su lucha de tres años contra el COVID-19, que no sólo golpeó la economía, sino que provocó raras protestas contra el gobierno y el partido único. Incluso con una población cada vez menor, China mantiene ventajas económicas considerables sobre rivales manufactureros emergentes, como Vietnam e India, que este año superará a China como la nación más poblada del mundo. China tiene una infraestructura superior y relaciones fuertes con el sector privado en las que puede confiar durante los próximos años, afirma Mazza.

El sistema político de China también juega un papel, señala Mary Gallagher, académica de política china en la Universidad de Michigan. «Convertirse en la fábrica del mundo… requirió un sistema político que pudiera aprovechar esa mano de obra joven y barata sin tener mucho en cuenta los derechos políticos y civiles de los trabajadores», añade.

Las sanciones económicas de Estados Unidos y la presión que ejerció para bloquear el acceso de Beijing a los microprocesadores de última generación y la tecnología de fabricación de chips le están complicando aún más a Beijing sus esfuerzos de recuperación. El Partido Comunista también enfrenta el desafío de encontrar reclutas calificados para su ejército, el Ejército Popular de Liberación (EPL, de 2 millones de miembros), dicen los expertos.

«Es dudoso que el EPL obtenga lo mejor y lo más brillante, dado que las familias que tienen los medios desalentarán que sus hijos vayan al servicio militar», opina Daniel Blumenthal, director de Estudios Asiáticos en el American Enterprise Institute y experto en temas de seguridad de Asia Oriental y Relaciones entre Estados Unidos y China. Sin embargo, Blumenthal advierte: «Dicho esto, si (el presidente chino Xi Jinping) decide que quiere una guerra por Taiwán, no se dejará disuadir por la preocupación sobre las familias de un solo hijo».

Algunos observadores estadounidenses argumentan que estos retos podrían impulsar a Beijing a tomar medidas agresivas antes. Con Estados Unidos reenfocado en el Indo-Pacífico, la desaceleración de la economía de China y la disminución de su población, algunos en Washington ven a Beijing enfrentando una ventana cada vez más estrecha para decidir una acción militar contra la isla autónoma que reclama como su territorio.

Aun así, es posible que los efectos no se conozcan durante algún tiempo. «Puesto que los cambios demográficos se producen lentamente, al menos al principio del cambio, tardarán en producirse sus efectos sobre la posición y la influencia de China a escala mundial», señala Steve Tsang, director del Instituto de China de la Facultad de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres y veterano observador de las tendencias políticas y sociales chinas.

 

El presidente Xi está comprometido con su programa de lograr «el gran rejuvenecimiento de la nación china» para 2049, recuerda Tsang, aunque para entonces su país tenga 100 millones de habitantes menos.

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