Familiares lloran mientras pasan junto a las fotografías de sus seres queridos durante una vigilia en el lugar donde una letal explosión destruyó el lujoso Hotel Saratoga, en La Habana Vieja, Cuba. Foto La Hora: Ramón Espinosa/Archivo/Ap.

 

Bajo el tórrido sol, cubiertos por sombrillas o escondiéndose debajo de los pocos árboles que rodean el Anfiteatro de La Habana Vieja con sus gradas de piedra, varios cientos de miembros de la comunidad bautista se congregan los domingos para orar a Dios. Hasta hace poco más de un mes celebraban sus cultos en el Templo de El Calvario, una joya patrimonial de finales del siglo XIX y hogar de los primeros evangélicos de esta congregación que misionaron en la isla. Pero la explosión del colindante Hotel Saratoga los dejó sin sede.

El estallido -aparentemente ocasionado por una fuga de gas el 6 de mayo- dejó 46 muertos y decenas de heridos y afectó -además de la iglesia bautista- a por lo menos tres edificios de viviendas, un teatro, una escuela y una asociación dejando una huella de destrucción aún visible en una de las arterias más importantes de la capital cubana, la Avenido del Prado.

Desde entonces las tareas han estado abocadas a la recolección de los escombros del hotel y sus alrededores y a reanimar la zona, aunque parte de la calle permanece cortada y grandes planchas de metal tapan la fachada. Las autoridades todavía no han informado qué se hará con la estructura del Saratoga que ha sido afectada en un 80% . «Esta es una sede alternativa que nos ha brindado el gobierno», dijo a The Associated Press el pastor administrativo de El Calvario, David González, mientras el conjunto de música de la iglesia recibía con canciones a las personas que se iban congregando en el Anfiteatro de La Habana, a unas 10 cuadras del templo.

«Todos los criterios son esperanzadores en cuanto a que se podrá restaurar» el templo, aseguró González. «Va a haber una parte importante que hay que demoler, quizá las columnas afectadas, las casas (viviendas contiguas de la propia congregación), pero en general la estructura parece que pude salvarse… será un proceso largo».

Bautistas celebran sus ritos en un anfiteatro más de un mes después de que su iglesia sufriera graves daños por la explosión del contiguo Hotel Saratoga, en La Habana, Cuba. Foto La Hora: Ramón Espinosa/AP.

Hasta ahora se ha apuntalado con maderas el edificio para estabilizarlo y se quitaron escombros, indicó el pastor. El Ministerio de Salud informó al inicio de esta semana que de los heridos sólo dos continúan hospitalizados. Entre los 46 muertos hubo una turista española que pasaba por el lugar, una mujer embarazada y cuatro niños.

Los vecinos que resultaron ilesos todavía tienen pesadillas y se sobresaltan con facilidad.
«Mi casa queda pared con pared con el Hotel Saratoga», contó a AP Onaylis Suárez, una maestra de 29 años y esposa del pastor González. «El piso se estremeció. Me quedé paralizada por tres segundos y la ventana del cuarto se abrió y salió disparada a la calle por la onda expansiva… En mi mente pasaron muchas cosas, pensé que la iglesia se estaba cayendo, pensé que era una bomba. Lo que sentí es que tenía que huir», recordó.

Desde entonces Suárez vive en la casa de sus padres. Según las autoridades capitalinas, se dañaron severamente tres edificios residenciales colindantes. Unas 22 familias debieron ser albergadas en un complejo del este de la capital y el resto prefirió trasladarse a las casas de sus familiares.

El gobierno aseguró que se ha identificado un predio para construir una torre de cinco plantas con 10 apartamentos para los damnificados. Inicialmente las autoridades indicaron que la explosión fue provocada por una fuga en un camión de gas que estaba abasteciendo al hotel, pero no se ha informado sobre el avance en la investigación ni se conoce una cifra del monto de los daños.

 

El Hotel Saratoga , construido en el siglo XIX, era un elegante cinco estrellas de 96 habitaciones con bares, restaurantes y una piscina en la azotea con una vista panorámica de la ciudad.

Con su diseño neoclásico francés, con balcones de hierro forjado, era uno de los edificios más emblemáticos de la capital cubana y solía ser elegido por personalidades internacionales.

En el momento de la explosión sólo se encontraban los trabajadores ya que el hotel se preparaba para su reinauguración a mediados de mayo tras dos años de cierre por la pandemia y un proceso de restauración.

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