Al salir cada noche a las calles de Teherán, al grito de "Mujer, vida, libertad", las iraníes tienen la sensación de haber tomado las riendas de su vida. Foto La Hora: AFP.

Al salir cada noche a las calles de Teherán, al grito de «Mujer, vida, libertad», las iraníes tienen la sensación de haber tomado las riendas de su vida y están orgullosas de haber arrastrado a los hombres junto a ellas. Desde el 16 de septiembre, numerosas iraníes se manifiestan por la noche en las grandes ciudades de Irán, entre ellas la capital, para protestar por la muerte de Mahsa Amini, tres días después de haber sido arrestada por la policía de la moral.

La mujer estaba acusada de haber infringido el código de vestimenta de la República Islámica, que entre otros preceptos, obliga a las mujeres a llevar velo. «Una mujer que sale a la calle y toma las riendas de su vida es definitivamente una mujer fuerte», afirma a AFP Farideh, de 64 años, sonriendo.

Para ella, no cabe duda: «las mujeres obtendrán lo que pidan», como el derecho a llevar la ropa que quieran, sobre todo en lo que respecta al velo. Queda por saber «cuándo y cómo», matiza Farideh. «No puedo decirlo con certeza», admite.

Pero, para esta pintora, lo que ya representa un éxito es el hecho de haber conseguido, en una sociedad patriarcal, convencer a los hombres para que salgan a protestar junto a las mujeres.

«Por supuesto que los hombres y los esposos nos apoyan, porque nuestros problemas no son distintos. Al lado de cada mujer hay un hombre en la calle que se manifiesta. nuestras mujeres son las hermanas y las madres de nuestros hombres», explica Farideh en el barrio de Tajrich. En este sector del norte de la capital, acomodado, varias mujeres se pasean con el pelo al aire y el velo descansando sobre los hombros.

«Cuando las mujeres se implican, los maridos también lo hacen, naturalmente», asegura por su parte Elahé, de 66 años. Según esta ama de casa, «no hay que subestimar a las mujeres, ellas son fuertes». «Creo que, a largo plazo, se escuchará nuestra voz», añade, optimista.

 

Y Puya, un empleado del sector privado, considera que las autoridades deberían prestar atención a las reivindicaciones de los manifestantes. «Cuando se ignora a la gente» demasiado tiempo, «a la más mínima tensión, los problemas vuelven a salir y al sociedad puede quebrarse», sostiene.

En cuanto a si las demandas de las mujeres están justificadas, el hombre, de 50 años, vacila.

«Soy un hombre que nació y creció en un país del tercer mundo. No estoy muy abierto a las reivindicaciones de las mujeres», reconoce.

«Pero las mujeres […] tienen unas demandas que quieren reivindicar. Mientras no infrinjan las normas de la sociedad tradicional, sus peticiones deberían ser atendidas», dice, sin precisar si él aceptaría que las mujeres salgan de casa sin velo.

 

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