Editorial
En la imagen de izquierda a derecha; El presidente de la República, Alejandro GIammattei; el secretario general, Luis Almagro; y el presidente electo, Bernardo Arévalo. Imagen: Alejandro Ramírez / La Hora.

Hoy se realizará la primera reunión del presidente electo, Bernardo Arévalo, con el presidente Alejandro Giammattei en el marco de la transición entre ambos regímenes, la que deberá ser celosamente custodiada por el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, quien llega no solo invitado por el gobierno, sino con mandato claro de la misma OEA. Y es que es obvio que estamos presenciando un proceso en el que, por un lado, se insiste en que todo discurrirá con normalidad pero, al mismo tiempo, se incrementan las acciones que rozan el terrorismo judicial que pretenden, obvia y claramente, impedir que se llegue a concretar el traspaso de poderes.

Por más que el Ministerio Público (MP) emita aclaraciones respecto al señalamiento directo y concreto que hizo Arévalo sobre un peculiar Golpe de Estado en curso, los hechos hablan por sí solos y son suficientes para entender que existe un claro e irrefutable proceso para revertir la voluntad popular expresada en las urnas y eso no puede verse desde otra perspectiva. La ciudadanía y la comunidad internacional lo han entendido y se ve que, mediante argucias legales, se está repitiendo lo realizado en países como Nicaragua y Venezuela para impedir cambios producto de una elección libre.

El Canciller guatemalteco, Mario Búcaro, en la reunión de la OEA para analizar el proceso electoral de Guatemala trató de desmarcar al gobierno de Giammattei de las acciones de terrorismo judicial hablando de la independencia de poderes y autonomía del ente a cargo de la investigación penal. Pero tanto aquí como afuera se conoce cuál fue el proceso de designación de quien dirige el Ministerio Púbico y, por lo tanto, se entiende la existencia de una absoluta cooptación y captura del Estado por las fuerzas que se han encargado de alentar la corrupción, garantizando impunidad a los corruptos y castigo a quienes los critican.

No hay que olvidar la famosa carta de renuncia sin fecha que Consuelo Porras habría firmado como condición para ser reelecta, que anula toda “independencia” del MP.

Almagro tiene que venir preparado para evitar que le quieran dorar la píldora y el discurso de Búcaro sirvió para abrir los ojos a cualquiera del doble rasero que se pretende mostrar en el plano internacional hablando de esa separación de poderes que es totalmente inexistente en Guatemala. El proceso para controlar todo el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial se complementó, además, con el resto de instituciones nacionales que se alinean en una alianza poderosa que se resiste a perder su fuente de riqueza a causa del revés electoral.

La OEA esta vez ha sido un importante elemento de la Observación Electoral y tiene la radiografía muy clara, al punto de hacer que el Canciller se concretara a pedir “respeto” ante la clara evidencia de que aquí hay un turbio proceso en marcha.

 

 

 

Redacción La Hora

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