Sandra Torres, de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), y Bernardo Arévalo, del Movimiento Semilla. Diseño
Sandra Torres, de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), y Bernardo Arévalo, del Movimiento Semilla. Diseño La Hora/Roberto Altan

El fin de semana llega en medio de una sensación de calma chicha, derivada de que, por el momento, la segunda vuelta electoral ya está en marcha entre los candidatos Sandra Torres y Bernardo Arévalo, pero con tremendo ruido en las redes sociales, provocado por los anuncios de nuevas acciones que buscan que la segunda vuelta no sea como expresaron las urnas.

Cuentas que operan en el anonimato, pero que han sido certeras en anticipar no solo las acciones del Ministerio Público, sino las decisiones de los jueces en procesos burdamente montados, insisten en que la semana próxima será muy dura para la gente del partido Semilla que está siendo escrutado por Curruchiche.

Es obvio que quienes los dirigen, tanto al MP como a los netcenteros, no están contentos con la decisión del Tribunal Supremo Electoral de confirmar la elección de segunda vuelta para el 20 de agosto y que se proponen mover cielo y tierra para lograr su cometido, en un desafío frontal a la ciudadanía, a los diferentes sectores de la sociedad y a la comunidad internacional.

Es más que claro el ambiente de soledad que les ha embargado, porque aquella brutal aplanadora que operaba con el beneplácito de todo el sistema, perdió ese sustento y ahora actúa más impulsada por la angustia que por su poder.

La forma en que ha reaccionado la sociedad, por primera vez desde la construcción de ese pacto que permitió el control de todas las instituciones nacionales a favor de la corrupción y la impunidad, es tan categórica como firme y eso puede colocar al país en una peligrosa ruta de colisión, dado el empecinamiento por propinar un manotazo al proceso.

La ciudadanía, en medio de esta calma chicha, está siguiendo atentamente los acontecimientos y sabe que se puede llegar a extremos muy lamentables y hasta trágicos por el empecinamiento de quienes, a fuerza, pretenden evitar que el guatemalteco pueda elegir a su Presidente el mes próximo.

Importante es ese seguimiento inusualmente constante y firme que está dando la comunidad internacional a los sucesos en Guatemala, por lo que la evaluación que hará de ellos la Organización de Estados Americanos la próxima semana, al escuchar a su misión de observación que ha sido crítica de la situación, para tomar acción en el marco de sus facultades.

Por de pronto el surgimiento del temido Plan C todavía no se produce, pero ello no significa que no lo estén contemplando y preparando porque es evidente que resulta tanto lo que está en juego que, aun en medio de su cada vez mayor soledad, tratarán de implementarlo.

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