Feliz Año Nuevo

La frase es común y la repetimos una y otra vez expresando nuestros mejores deseos para todos nuestros semejantes, añadiendo por lo general que esa felicidad la ligamos a la prosperidad. Y en La Hora deseamos fervientemente que nuestros amigos y lectores puedan disfrutar en el año 2023 de todas las bendiciones que Nuestro Señor pueda darnos a fin de que, personal y familiarmente, podamos alcanzar las metas que nos proponemos.

Obviamente nada llega por arte de magia, ni la prosperidad ni la felicidad, y en todo tenemos que poner más que un granito de arena para concretar esos sueños de superación, paz y tranquilidad. Sabemos que las condiciones de la sociedad no ayudan gran cosa y que el esfuerzo debe ser doble, porque a la par de trabajar por nosotros tenemos que asumir compromisos para transformar esa penosa realidad que nos marca la existencia de una corrupción que se consume los recursos ciudadanos, empobrece a la gente, la expulsa del país o, peor aún, la hace abandonar principios y valores para sumarse a la marea.

2022 fue el año en el que se completó el control de la mafia sobre todas las instituciones del Estado, sumándose la Universidad de San Carlos, la Procuraduría de los Derechos Humanos, el Comité Olímpico Guatemalteco y la Contraloría para cerrar la rosca que ya apretaban el TSE, los tribunales dirigidos por magistrados que prolongan su mandato por mucho más de 3 años, la Corte de Constitucionalidad y el Ministerio Público que son pieza clave en el entramado de la impunidad. Un año trágico, sin duda, para el Estado de Derecho y la democracia que agoniza.

Por todo ello es que clamamos por un cambio de actitud de los ciudadanos, para dar la milla extra en el esfuerzo por enderezar este entuerto y salir de la corrupción que anula por completo toda la institucionalidad y pervierte al Estado, obligándolo a abandonar sus fines esenciales.

Párrafo aparte merece la noticia de la muerte, ocurrida hoy, del Papa Emérito Benedicto XVI, quien murió en este último día del año luego de una vida dedicada a hacer el bien y comprometida con su fe y creencias. Un Pontífice que con su renuncia al cargo envió un mensaje claro de que aún dentro de la Iglesia hay muchas cosas que cambiar y no se cruzó de brazos.

Nuestro abrazo solidario a nuestros lectores va con una petición de compromiso. Guatemala demanda ese compromiso de todos para que, juntos, podamos generar la felicidad que merecen las nuevas generaciones.