Javier Estrada Tobar
jestrada@lahora.com.gt
Desde hace unas semanas pensé que convocar a una manifestación antisistema sería un gran reto, porque en esta ocasión no se trataría de salir a las calles con pancartas y megáfonos para vociferar críticas contra políticos corruptos, sino que ahora el reto sería exponer problemas profundos que afectan a la sociedad adicionales a la corrupción, como la impunidad y la violencia, y encauzar la indignación ciudadana hacia una protesta con un mensaje profundo.
A mi criterio, “el sistema” es un concepto abstracto, tan difícil de explicar como de entender -según la perspectiva-, al tiempo que pude ser interpretado de diferentes maneras, por lo que para muchas personas resultaría confuso el objetivo de la manifestación #11J, y por ende, habría una pobre convocatoria para salir a las calles y exigir cambios en el Estado.
Sin embargo, para mi sorpresa, cada vez hay más ciudadanos interesados, no solo en insultar a los políticos, que al final son el rostro visible de la corrupción, sino en entender todo el entramado de malas prácticas que involucra a partidos políticos, funcionarios y financistas de campaña, empresas y empresarios, sindicalistas y particulares, y que causa serios perjuicios a los ciudadanos honestos.
Y es aún más interesante comprobar cómo la ciudadanía consiguió, con el apoyo de las autoridades del MP y la CICIG, clarificar que esas malas prácticas constituyen problemas de fondo para el adecuado desarrollo de la sociedad y se ponen de manifiesto en altos índices de pobreza y desnutrición, la exclusión social, la delincuencia, y la falta de servicios públicos.
Creo que poco a poco vamos entendiendo que el problema de la corrupción no tiene ideología, y por eso es que la manifestación convocada para mañana habrá espacios para ciudadanos de izquierda y derecha, y de grupos moderados, que podrán hacer sus aportes desde su particular punto de vista, sin imposiciones o insultos, y sin la necesidad de criticarse ideológicamente.
Se espera que los guatemaltecos y guatemaltecas acudan mañana a la Plaza de la Constitución a manifestar su indignación contra el sistema, y por eso hay que dejar claro que no será una protesta contra Otto Pérez Molina, Roxana Baldetti, Manuel Baldizón, Sandra Torres o Jimmy Morales, sino contra esa plataforma político-financiera que los llevó -o intentó llevar- al poder y que muta cada cuatro años para no perder su influencia, y que también es la causa de la desgracia de la mayoría de ciudadanos.
Entiendo que Guatemala apenas está empezando a resolver sus problemas y será un camino largo, pero tenemos que entender que la justicia está dando los primeros pasos para luchar contra la impunidad, y la ciudadanía, por otro lado, tiene que hacer su propio esfuerzo para demostrar que su indignación se puede transformar en una organización vigilante y propositiva, y esa es, justamente, la clave para que un pueblo ostente el poder.
Espero que el #11J marque otra temporada de cambios en Guatemala, y que todo sea para empezar un camino que nos lleve a consolidar un Estado justo, democrático e incluyente.