“La primera cosecha” fue el nombre que este gobierno dio al primer informe presidencial. De forma similar a su predecesor, lamentablemente, el presidente Arévalo dio claras muestras de su desconexión con la realidad de lo que ha hecho, de asumir como propios los logros de instituciones ajenas a su gobierno, y de creer que continúa en campaña. Otra oportunidad perdida.
El informe presidencial dedica casi la mitad de su espacio a culpar a los gobiernos anteriores de los males de Guatemala en materia social, económica, cultural, ambiental e institucional, haciendo énfasis en la corrupción. También hace mención de la desnutrición como un problema que ha sido abordado por distintos gobiernos e instituciones sin lograr los impactos deseados.
En un espacio significativamente menor enumera una serie de “logros” de su gobierno en desarrollo social, económico, institucional, ambiental, pueblos indígenas y relaciones internacionales. Probablemente sus mayores logros son los remozamientos de las escuelas, ya que la calidad y cobertura educativa no ha mejorado y acogerse de nuevo a los programas de UNOPS, así como casi ponerle gradas eléctricas al aeropuerto. Hace mención del “Plan Nacional de Lucha contra la Malnutrición”, que es más de lo mismo que la “Gran Cruzada Nacional por la Nutrición” de la que tanto presumió Giammattei y que no tuvo ningún impacto significativo en la reducción de la desnutrición crónica infantil, a pesar de los embustes del expresidente en sus mal recordadas cadenas nacionales. Saluda con sombrero ajeno atribuyéndose la mejora en la recaudación fiscal, misma que viene dándose desde hace varios años atrás y que ha sido posible por la inversión que la SAT, a través del superintendente y su equipo, no del gobierno, ha hecho en tecnología de punta para mejorar su capacidad de análisis de datos y así identificar (y corregir) procesos que facilitaban la defraudación fiscal. Ese no es un logro de este gobierno. Habla de declarar de “urgencia nacional” la reparación del tramo comprendido entre los kilómetros 39 y 56 de la ruta CA-9 Sur. A la fecha dicho tramo aún no ha sido reparado; vaya “urgencia”.
Un logro, ese sí, de esta administración fue aprobar un jugoso incremento de sueldo a los diputados, aunado a la asignación de varios miles de millones de quetzales a Codedes para beneficiarlos (a los diputados) y a sus allegados, comprobando que el gobierno de Semilla negocia con diputados y alcaldes igual a como lo hacía el de Vamos, viendo única y exclusivamente por los intereses particulares de los dirigentes del partido (Semilla).
La última parte del informe se convierte en una enumeración de promesas vacías, como si continuaran en campaña electoral. Una letanía de aspiraciones sin aterrizar.
Eso sí, en ninguna parte de la “primera cosecha” se menciona qué están haciendo para mejorar las deficiencias del sistema portuario nacional, el cual es clave para lograr una mayor competitividad. Los puertos, por lo visto, no son prioridad para el presidente Bernardo Arévalo.
En vez de escribir tanto sinsentido, el presidente pudo haber enfocado su informe en explicar qué no hizo, por qué no lo hizo, y cómo plantea hacerlo, si es que todavía lo piensa hacer. Y debió haber pedido disculpas a sus votantes por haber perdido una cuarta parte de su período porque no sabía a qué se metió. Sin embargo, la soberbia pudo más.
Ya transcurrió el 25% de este gobierno y la constante ha sido la improvisación, aunada a la incapacidad para ejecutar y traducir en resultados tangibles tanta promesa electoral.
Se perdió otra oportunidad.