Los primeros datos ofrecidos por el gobierno de México sobre la utilización del Tren Maya, el megaproyecto del presidente Andrés Manuel López Obrador para conectar los sitios turísticos de la península de Yucatán muestran unas cifras de viajeros por debajo de las expectativas oficiales y que se utilizó mayoritariamente para trayectos cortos.
La red de 1.500 kilómetros, todavía con tramos en construcción, ha sido muy criticada por su gran impacto medioambiental, su rentabilidad —ha supuesto una inversión de más de 30.000 millones de dólares— y porque su construcción, así como la de estaciones y hoteles aledaños, está a cargo del Ejército, algo que muchos sectores consideran problemático por la falta de mecanismos de rendición de cuentas con la que pueden operar los militares.
Según indicó el lunes el director general del proyecto, el general Oscar David Lozano, hay 17 trenes operativos que han movilizado a casi 250.000 personas desde mediados de diciembre, unas 1.200 al día, pero solo una quinta parte de estos viajeros optó por la larga distancia, una de las principales apuestas de la obra.
El tramo que une Cancún, el principal destino turístico del Caribe mexicano, con Palenque, unas importantes ruinas mayas 850 km al sur, en el estado de Chiapas y en plena selva, se abrió al público el 1 de enero de este año pero tuvo una media de 250 pasajeros al día y apenas una decena de ellos fueron extranjeros.
Estas cifras están todavía lejos de las previsiones que tenía el gobierno que, con la red a pleno funcionamiento, aspiraba a ofrecer servicio con 75 trenes que podrían transportar de 300 a 500 pasajeros cada uno, lo que supondría una oferta mínima más de 22.000 viajes al día.
Los pasajeros diarios actuales suponen un 5% de esa cifra con tres de las cuatro principales estaciones de la red —Cancún, Mérida, Palenque y Campeche— ya en uso.
El costo de ese y otros ferrocarriles ha llevado a la administración de López Obrador a registrar un déficit presupuestario de casi un 6% del Producto Interno Bruto.
Para Alfredo Coutiño, director para América Latina de la consultora Moody’s, es habitual que los proyectos de infraestructura acaben siendo más caros de lo previsto y se entreguen con retraso y este caso no es la excepción.
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“Las cuentas se entregan incompletas tanto en la magnitud del arrastre de pasajeros como en la capacidad de funcionamiento en términos del número de trenes estimado, lo cual está muy por abajo del 100%”, indicó. «Le deja la carga de su terminación a la siguiente administración”.
La futura presidenta Claudia Sheinbaum, la oficialista que ganó las elecciones apostando por la continuidad del proyecto político de López Obrador, ya anunció que no solo concluirá los tramos pendientes del Tren Maya tanto para pasajeros como para carga sino que abrirá nuevas rutas de pasajeros hacia el norte del país con el mismo modelo de participación militar de López Obrador.
“La pregunta que aún queda por resolver —agregó Coutiño— es si el proyecto va a resultar rentable en el mediano plazo, cuando se espera que funcione a plena capacidad y sea operado bajo una perspectiva gubernamental y no como una empresa privada”.