La policía española allanó el jueves la sede de la federación española de fútbol dentro de una investigación judicial sobre el supuesto pago de millones de euros a lo largo de varios años del Barcelona a un vicepresidente del comité de árbitros.
La Guardia Civil confirmó a The Associated Press que sus agentes habían registrado las oficinas del Comité Técnico Arbitral en la sede de la federación cerca de Madrid. La policía dijo que no se habían hecho detenciones y que los cateos se habían hecho a instancias del juez Joaquín Aguirre, que instruye el caso en una corte en Barcelona.
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La fiscalía acusó en marzo oficialmente al Barcelona de corrupción continuada en el deporte, gestión fraudulenta y falsificación de documentación mercantil. Los fiscales dijeron que el club azulgrana pagó a José María Enríquez Negreira, exárbitro y que fue miembro del comité arbitral de la federación entre 1994 y 2018. Los pagos entre 2001 y 2018 ascenderían a 7,3 millones de euros (7,7 millones de dólares), según la fiscalía.
También el jueves, Aguirre añadió oficialmente una nueva acusación a la pesquisa al señalar que había indicios de sobornos entre el Barça y Negreira. La acusación de soborno sustituye a la anterior de corrupción en el deporte.
En un principio los pagos se habían investigado dentro de una pesquisa fiscal sobre una compañía dirigida por Negreira.
El Barça ha negado cualquier mala práctica o conflicto de interés y afirma que pagó por reportes técnicos sobre arbitraje, pero nunca intentó influir sus decisiones en los partidos.
Xavi Hernández, el actual técnico del Barça y que fue jugador del mismo entre 1998-2015, reiteró el jueves su defensa del club.
“Nunca he tenido la sensación que los árbitros nos han beneficiado, nunca”, dijo el exvolante español.
Durante los años bajo investigación, el Barcelona ganó nueve títulos de la Liga española y seis trofeos de la Copa del Rey.
Las acusaciones van dirigidas contra el Barcelona, Negreira, los expresidentes del Barcelona Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu y los exejecutivos del club Óscar Grau y Albert Soler.
Negreira no arbitró durante los años que recibió los pagos del Barcelona. Sus deberes eran administrativos. Pero supuestamente habría influenciado a la hora de determinar las designaciones de los árbitros que iban a dirigir en los partidos de la primera división y en las inferiores.
Recibir reportes arbitrales es algo habitual en España, y los clubes pueden pagar a otras empresas o encargarlos de forma interna, como hace ahora el Barcelona. Pero pagar grandes sumas de dinero a una persona implicada en la gestión arbitral española a cambio de informes no es una práctica normal.
La federación ya se ha visto inmersa en un escándalo sobre sexismo después de que su expresidente besara sin consentimiento a una jugadora durante la entrega de premios del Mundial de fútbol el mes pasado.
Los árbitros españoles defendieron su integridad en marzo al sostener que su honestidad no debería ser puesta en duda por el escándalo.
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En España, los jueces instructores dirigen investigaciones preliminares sobre posibles delitos para determinar si deben ir a juicio, que después supervisa otro juez.
El caso también atrajo la atención de la UEFA, ente rector del fútbol europeo y que organiza la lucrativa Liga de Campeones
La reglamentación de la UEFA requiere marginar a un club por una temporada en las copas europeos si acaban implicados en amaños de partidos a nivel doméstico o internacional. No trascendieron denuncias específicas sobre arreglo de partidos o que algún árbitro hubiera sido influenciado desde que la UEFA abrió su investigación en marzo.
En julio, la UEFA dio la luz verde para que el Barça disputase la actual edición de la Liga de Campeones, pero dejó la advertencia de que seguiría pendiente por si surgieran nuevas pruebas de anomalías.
El presidente de la Liga española, Javier Tebas, dijo el jueves que “el ‘caso Negreira’ nos hace daño”
“El solo hecho de intentar influir es sancionable en el ámbito penal”, señaló. «Hay que seguir investigando, pagar desde un club a Negreira es una irregularidad muy grave”.