Flaminio Bonilla

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Al remontarnos a la génesis del seguro social en Guatemala, encontramos y comprendemos que el mismo se apoya en los principios de garantizar las necesidades mínimas vitales de los beneficiarios trabajadores, perfeccionar las políticas sociales, combatir los riesgos en el trabajo, ser­vir a los postulados de la justicia social, atender las necesidades de sus afiliados y sus familias y cumplir las finalidades de un servicio público. Es pues, una verdadera función social, para subvencionar las necesidades de los trabajadores y sus contingencias, en lo relativo a su salario, salud, enfermedad, su vejez, su invalidez, la sobrevivencia de sus familias etc. etc.

Pero de los postulados hermosos que la Revolución de octubre de 1944, imprimió al seguro social en Guatemala, no queda sino el recuerdo de una intención político‑social de perfiles humanistas y de verdadera filosofía cristiana en la atención real y eficiente a las ingentes necesidades de la clase trabajadora del País. De varias décadas para acá, el IGSS se ha convertido en un botín político y en la mayor fuente de riqueza para una caterva de corruptos, inmorales y apátridas funcionarios, que se han servido de la Institución para llenar sus bolsillos, olvidando intencionada y fes­tinadamente los fines, objetivos, funciones y postulados de la seguridad social en Guatemala.

Dice Eduardo Valdovinos, que las Instituciones por sí mismas no tienen una significación ética, sino es el hombre quién les inyecta y transmite el vigor de su catadura moral. Yo siempre he afirmado que las Instituciones son la más valiosa conquista de la vida del hombre social y que las mis­mas se vulneran y atropellan cuando en su quehacer se im­plementan criterios, acciones y hechos autoritarios y despreciativos al sistema, y esto ha sucedido por años de años en el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS). Por ello, el actuar de las Instituciones debe ser constantemente revisado con espíritu de solidaridad, patriotismo y comprensión, a fin de corregir errores, con el objetivo de que su continuidad histórica sea encauzada correcta y adecuadamente.

Los Gobernantes deben manifestarse de una u otra forma se traducía no solo en cambio de actitudes y de comportamientos en la conducción de la Nación, sino en cambios profundos en todos los niveles de los organismos del Estado y en el de otras instituciones, que como el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS), es la encargada de brindar un servicio de atención médica y seguridad social oportuna y eficiente a todos los guatemal­tecos, que acuden en busca de los servicios y prestaciones que por mandato legal, tiene obligación de prestar dicha Institución. Sin embargo, no podemos esperar eficiencia de una Institución con grandes males y desaciertos, si pudiéramos un Ministerio Público con otros Fiscales, se ameritan una investigación a fondo, pero nunca lo hará María Consuela Porras Arqueta porque ésta Fiscal General es una corrupta.

En el IGGS se ha dado siempre el nepotismo y el tráfico de influencias y en esta administración no se escapó de ello. Basta citar como ejemplo al actual Presidente del IGSS José Adolfo Flamenco Jau, porque su padre es gran amigo del Presidente Giammattei. Miren el Editorial de La Hora el 20 de junio, aquí esta algunos fragmentos: ”La investigación sobre la compra de medicamentos que hizo el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social (IGSS) no solo evidenció el despilfarro que se hace con los recursos provenientes de las cuotas patronales y de trabajadores, sino que además ha permitido establecer otra dramática realidad de nuestro país. Para que los negocios oscuros sean más lucrativos y se puedan dar aparentes justificaciones, en la compra de medicinas, no sólo se paga más con dinero público sino que el ciudadano debe pagar más dinero por medicinas que van más allá del valor mundial de mercado. “Un lector de La Hora compró en España, en una farmacia, uno de los medicamentos que aquí se vende a precio exorbitante. Cada pastilla de Irbesartán de Aprovel fue comprada por el IGSS a Q7.58 con Lanquetín, mientras que en las farmacias tiene un precio al público de Q2.75 y eso hace que el IGSS “aclare” su propio negocio. Pero en España, el mismo medicamento comprado en una farmacia cuesta Q2.36 por pastilla, es decir casi diez veces menos y similar al precio promedio que el mismo IGSS tuvo conocimiento.

“Es recurrente la denuncia de que aquí las medicinas son más caras que en otros países y lo experimenta cualquier persona que, por viaje o cualquier otra circunstancia, tiene que adquirir sus medicamentos en otro país. Y no bajarán nunca los precios porque sirven para justificar, de alguna manera, el enriquecimiento ilícito que hacen funcionarios puestos en los cargos precisamente para realizar negocios que permitan a sus superiores llenar maletas como las del tristemente célebre Benito.”

El Presidente del IGSS usando sus influencias y aprovechando esa calidad, nombró o propuso los nombramientos en altos puestos con el favoritismo y tráfico de influen­cias, y totalmente por el actuar de la Junta Directiva del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social. Me queda constancia de mis opiniones y oposiciones a actos de gobierno, siempre en la prensa nacional recoge mis críticas duras y severas al corrupto gobierno de Alejandro Giammattei y su novio Miguel “Miguelito” Martínez, “el Jefe de Jefes”, un tipo señalado por deshonesto y por corrupto.

En este medio escrito y podrá percatarse que mis críticas objetivas y contundentes al dictadorzuelo de Giammattei que puso en la silla como Presidente del IGSS y ojalá que José Adolfo Flamenco Jau, más temprano que tardes lo saquen del gobierno y que le quitan “su hueso” porque el Pueblo lo defenestraron por ladrón y por corrupto, los medicamentos del IGSS y de la salud nacionales, porque es parte de nuestra historia y ojalá que no haya un reguero de muertos y de lágrimas.

“Y me monto en un potro para que usted me cuente otro.”

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