Un video que se hizo viral en las redes sociales muestra cómo el conductor de un vehículo dañó uno de los retrovisores de otro automóvil
Un video que se hizo viral en las redes sociales muestra cómo el conductor de un vehículo dañó uno de los retrovisores de otro automóvil. Foto La Hora/Captura de pantalla

Con cada vez mayor frecuencia se publican en redes sociales videos en los que se muestra el nivel de violencia que se vive en el tráfico urbano en Guatemala, destacando agresiones de pilotos contra mujeres y los daños causados maliciosamente a los vehículos de las víctimas. En cualquier lugar pueden ocurrir incidentes de esa naturaleza de forma esporádica, pero cuando se repiten tanto como para observar nuevos videos con mucha frecuencia, el tema debe ser objeto de preocupación porque combinando el mal carácter con la extendida portación de armas en el país, no está lejos el momento en que ocurra una grave tragedia.

El problema se deriva, a nuestro juicio, de que perdimos el elemental sentido de respeto a las normativas del tráfico y cada vez es mayor la tendencia a hacer lo que al automovilista o motociclista le da la gana, lo cual genera muchas de las controversias que terminan en esas manifestaciones de violencia. Las normativas existentes no son un capricho sino persiguen un real ordenamiento del tránsito mediante disposiciones que establecen derechos y obligaciones. Si todos nos ajustamos a ese tipo de preceptos será mucho más fácil la convivencia, pero desafortunadamente se ha ido perdiendo aquel viejo civismo que nos hacía comportarnos de manera diferente.

Es necesario que las policías de tránsito de cada Municipalidad se dediquen con más ahínco a ordenar y facilitar el tráfico, sancionando las violaciones que afectan o exponen a otras personas y se dejen de centrar multas que a veces parecen más responder a la necesidad de generar ingresos que a ordenar el tráfico o sancionar acciones que no siempre quedan del todo claras porque se argumenta el uso de cámaras de video para imponer las multas, pero la persona afectada nunca recibe una prueba de que, efectivamente, hubo alguna violación de las normas.

Si los agentes están más pendientes de supervisar el cumplimiento de las normas elementales de tráfico, el conductor de vehículos sería mucho más cuidadoso y respetuoso, pero al desviarse el objetivo esencial de las famosas PMT ocurre esa proliferación de personas que creen en la ley del más fuerte y actúan en consonancia. Cada quien se estaciona donde le da la gana tapando carriles de circulación o se meten a la fuerza entre las filas de quienes conducen ordenadamente y esas, entre otras muchas, son las situaciones que generan los actos de violencia.

Pese a la publicación de las agresiones, no se sabe de sanciones efectivas aplicadas contra los agresores y ello estimula a otros a actuar de manera violenta.

 

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