A las víctimas del holocausto nazi y del genocidio ixil.
Ayer, en muchos lugares de Europa y el mundo, se conmemoró el 78 aniversario del Día de la Victoria contra el nazismo, el 9 de mayo de 1945, gesta que implicó las mayores pérdidas en vidas, armamento, infraestructura, economía y cultura en el orbe.
El sacrificio del pueblo soviético fue determinante, aunque en la victoria el papel de los aliados occidentales también fue muy relevante. Lo inaudito es que, por la guerra en Ucrania, se ha desarrollado una ruso fobia tal, que huestes de ciudadanos polacos han impedido que se adornen con flores las tumbas de soldados soviéticos.
La Unión Soviética fue el país con más víctimas mortales durante la Segunda Guerra Mundial. El historiador militar estadounidense Earl F. Ziemke estima una cifra de 12 millones de soldados soviéticos muertos y otros 7 millones de civiles fallecidos, dando un total de 19 millones de víctimas mortales. También anota que, desde el otoño de 1941, hasta el otoño de 1943, el frente nunca tuvo menos de 2,400 millas de largo. El profesor alemán Beate Fieseler estima que 2.6 millones de personas, o el 7.46 por ciento del ejército soviético, quedaron discapacitados después de la guerra.
Expertos estadounidenses estiman que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) perdió mucha de la riqueza que construyó mediante los esfuerzos de industrialización impulsados durante los años treinta. Su economía también se contrajo en un 20% entre 1941 y 1945 y no recuperó sus niveles anteriores a la guerra hasta la década de 1960.
El historiador británico Clive Ponting estima que los daños de guerra ascendieron a 25 años del Producto Interno Bruto soviético. El 40% de las viviendas soviéticas fueron dañadas o destruidas. De los 2,5 millones de viviendas en los territorios ocupados por la Alemania nazi, más de un millón fueron destruidas. Esto dejó a unos 25 millones de ciudadanos soviéticos sin hogar. La ocupación alemana afectó alrededor de 85 millones de ciudadanos soviéticos, o casi el 45% de toda la población soviética.
La lucha contra el nazismo aglutinó a todos los pueblos, naciones y Estados que estaban integrados en la Unión Soviética, dotándolos de una identidad y una lucha común, por lo que identifican a la Segunda Guerra Mundial (SGM) como la Gran Guerra Patria, y las actuales generaciones de la Federación Rusa reconocen a aquellos combatientes contra el nazismo como héroes y constructores de la paz.
Lo curioso es que el pueblo ucraniano, entonces parte de la URSS, jugó un papel de gran relevancia en la lucha contra las huestes de Hitler, y se estima que uno de cada cinco ciudadanos cayó combatiendo al nazismo, luchando hombro con hombro con soldados rusos, chechenos, bielorusos, uzbekos, kazajos y de otras nacionalidades soviéticas.
En el marco de la SGM Stephan Bandera encabezó un movimiento ultra nacionalista contra la URSS, por lo que se alió con los nazis, y al terminar la contienda fue colaborador de la CIA y se radicó en EE. UU. contribuyendo con los planes antisoviéticos durante la guerra fría. El banderismo ha sido la cuna de las fuerzas neonazis y antirusas que cogobiernan en Ucrania, alentando a fuerzas como el batallón Azov.
Lo que hoy sucede en Ucrania estaba planificado desde 2019, como lo demuestra el plan de la RAND Corporation presentado en la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos, el 5 de septiembre de 2019.
La RAND Corporation, que se autocalifica como una “organización no lucrativa y no partidista”, está oficialmente financiada por el Pentágono, las fuerzas terrestres y la fuerza aérea de Estados Unidos, y la comunidad de inteligencia estadounidense, las llamadas agencias de seguridad nacional, como la CIA y por poderosas organizaciones “no gubernamentales”.
Tal extremo fue confirmado recientemente por Robert Kennedy, Jr, abogado y político del Partido Demócrata, que se presentará a la contienda electoral contra Biden. «Lo que estamos haciendo en Ucrania no es bueno para el pueblo ucraniano. Hemos matado a 300 mil soldados ucranianos», sentenció Kennedy Jr., agregando que, además, EE. UU. mató a decenas de miles de civiles.
Según su visión, Washington está «sacrificando al pueblo ucraniano» porque desea deshacerse del presidente ruso Vladímir Putin. Además, Kennedy Jr. cuestionó el envío de miles de millones de dólares en ayudas a Ucrania cuando la situación económica en EE. UU .es dramática para millones de ciudadanos.
Recientemente entrevistado por el All In Podcast, Kennedy Jr. declaró que el conflicto en Ucrania había comenzado en 2014, cuando las autoridades de EE.UU. participaron en un golpe de Estado contra el Gobierno elegido democráticamente del presidente Víktor Yanukóvich, para poner en su lugar a otro, totalmente antirruso.
El precandidato añadió en dicha entrevista que, de ser elegido presidente estadounidense, impulsaría un alto el fuego inmediato.
Este 10 de mayo, en Guatemala, también conmemoramos la derrota de la contrainsurgencia riosmontista, recordando que en 2013 se logró probar judicialmente, ante un Tribunal de Sentencia colegiado, que en Guatemala sí hubo genocidio. El exdictador José Efraín Ríos Montt, quien gobernó de facto el país entre marzo de 1982 y agosto de 1983, fue condenado a 80 años de prisión por el genocidio perpetrado durante su gestión contra la etnia maya ixil. La jueza Jazmín Barrios, presidenta del Tribunal Primero A de Mayor Riesgo, al leer la sentencia, dijo que «Ríos Montt tuvo conocimiento» de las matanzas perpetradas por las Fuerzas Armadas bajo su mando, y que «no lo detuvo a pensar de tener el poder para evitarlo».
Pocos días después de dictada la sentencia, la Corte de Constitucionalidad la anuló, aduciendo fallos procedimentales, y ordenó reiniciar el juicio, pero nunca se desvirtuó la existencia del genocidio. La muerte del genocida impidió finalizar el nuevo juicio.
En Europa, los neonazis niegan el holocausto nazi en contra de judíos y gitanos, y en Guatemala las fuerzas contrainsurgentes niegan el genocidio ixil. En ambos casos, ríos de sangre ahogan cualquier argumento negacionista.
Ojalá la humanidad aprenda del dolor de estos fenómenos sangrientos, y logremos vivir en paz, sin repetir el crimen de Caín matando a su hermano, con una quijada de burro o una bomba nuclear.