Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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El 26 de abril Alejandro Giammattei estaba convencido de que no sería invitado a la Cumbre de las Américas y cuando recibió a los enviados de la Fundación Heritage mostró su resentimiento hablando de la expulsión del país de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo, (USAID), por estar desarrollando acciones para derrocarlo, conjuntamente con el embajador William Popp que, según él, están promoviendo el indigenismo, como si ese indigenismo no fuera una realidad absoluta que no se tiene que promover sino entender, cosa que está muy lejos de los alcances intelectuales del gobernante.

La Fundación Heritage es parte de los grupos de presión que el cabildeo financiado por Taiwán ha utilizado para abrirse espacio entre los republicanos, especialmente trumpistas, para aprovechar lo que el gobierno de Guatemala ve como una oportunidad si ese partido gana posiciones en la elección de medio año. Es una fundación seria que gira más alrededor de los principios de Ronald Reagan que de los de Trump pero sus vínculos con los republicanos la hacen atractiva para quienes han diseñado la estrategia del esfuerzo para contrarrestar a Biden.

Hoy, un mes después de que se le fuera la boca hablando con los de la fundación, sin imaginarse tal vez que publicarían el contenido de la conversación, resulta que Joe Biden sí invitó a Giammattei a la famosa Cumbre de las Américas, aunque ya el gobernante guatemalteco había mandado a decir (cómo no se sabe, por supuesto) que él de todos modos no asistiría; y es que estaba convencido de que nunca llegaría la misiva para incluirlo en el evento. Desde luego que si ya avisó que no irá no habría congruencia si hace maletas y se dirige a la capital norteamericana para participar, pero si lo hiciera no le quedará otro remedio que pronunciar en la Cumbre un fogoso discurso en el que denuncie las atrocidades que según él están cometiendo el embajador gringo y la agencia que decidió cortar la ayuda al Ministerio Público y por ello se hizo acreedora de la feroz actitud presidencial.

Aquel famoso discurso del canciller de Árbenz, Guillermo Toriello, denunciando la agresión del gobierno de Eisenhower contra Guatemala debería ser babucha comparado con el que le tocaría pronunciar en Washington a Giammattei, gobernante indignado porque, según él, lo que está haciendo Biden y Popp es muchísimo más grave que lo realizado en 1954 por Eisenhower y Peurifoy, el célebre embajador que dirigió en el terreno la Operación Éxito fraguada por la Agencia Central de Inteligencia y la United Fruit Company, aquella empresa frutera que tan crucial presencia tuvo en la vida de este país.

Si hubiera quedado entre ellos lo platicado y los enviados de la Fundación no publican detalladamente lo que les dijo Giammattei, seguramente que pudo pensar en viajar a la capital de ese odioso imperio a pronunciar un discurso cajonero, de esos que se hacen para quedar bien con Raimundo y medio mundo. Pero luego de la sensacional revelación del complot que pretende derrocarlo y que es encabezado nada más y nada menos que por subalternos del anfitrión de la Cumbre, lo que significa que él está al tanto del asunto, no le quedará más remedio que ir a cantarle sus verdades, en su cara, a ese imperialista entrometido.

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