Sandra Xinico
Una de las características del Estado colonial es su servilismo; es una estructura que hasta hoy ha funcionado como una herramienta de despojo y saqueo, que protege los intereses de quienes tienen el poder político y económico del país. La democracia del Estado colonial es una trampa, porque el responsable de garantizar el cumplimiento y respeto de los derechos humanos, es al mismo tiempo, el ente que los viola y utiliza la institucionalidad para ello y para mantenerse impune. Norma a favor de todo lo que beneficie la concentración del poder en pocas manos, esas a las cuales sirve no importando que esto implique el permanente irrespeto de las garantías sociales.
Otra de las características del Estado colonial es la violencia, a la que recurre en todo momento; su carácter violento opera como un instrumento de sofocación y coerción que vigila todo el tiempo, para asegurarse de apagar cualquier intento de transformación que pueda atentar en contra de los privilegios de los poderosos y de quienes les sirven. Su misión es asegurar el empobrecimiento y la desigualdad para la mayoría, como una forma de dominación, que va de la mano del afianzamiento del fundamentalismo religioso, que juega con la psique de las personas, para impedir que éstas se levanten y para que jamás consideren posible provocar o generar otro tipo de organización política fuera del Estado colonial o en contraposición a éste.
La cooptación es un mecanismo infalible del Estado colonial; sus redes criminales actúan en todos los niveles y se extirpa a quienes se resisten o procuran ser independientes. En el Estado colonial, las elecciones cada cuatro años son promocionadas como un verdadero ejercicio democrático, una de sus más “importantes” expresiones, cuando en realidad es una pantomima que sigue haciendo creer que se elige a quienes gobiernan. No, no se trata de la “incapacidad” de elegir de un pueblo, se trata de una trampa que provoca la sensación de que tenemos ese poder. El Estado colonial se reestructura cada cierto tiempo y cierra filas cada vez que es necesario, para equilibrarse.
Es importante mencionar, que mi objetivo no es describir lo que no podemos combatir, sino que, por el contrario, es caracterizar lo que necesitamos destruir para provocar algo diferente, que sea por completo distinto al Estado colonial, el cual no se cambiará a sí mismo porque eso implicaría perder poder. Develar la trampa implica insistir en nombrar lo que quieren que callemos, porque el silencio beneficia a la impunidad.
Mas de tres mil millones de quetzales le recetó el Congreso de la República al Ministerio de Comunicaciones aprobando la “Ley para Fortalecer el Mantenimiento y Construcción de Infraestructura Estratégica”, dinero que es parte de la antesala de las elecciones de 2023. Ni siquiera se trata de si las carreteras deben o no ser prioridad en un país con tanta desnutrición, sino del hecho previsible de que “legalmente” se ejecutarán miles de millones de quetzales en sobornos, desfalcos, despilfarros que abonarán la cancha electorera; y las carreteras seguirán intransitables.