Álvaro Molina tiene frente a su casa en la ribera del río vecinos con los que ha aprendido a convivir con los años: una manada de hipopótamos, todos descendientes de las cuatro crías que el narcotraficante Pablo Escobar llevó a Colombia en la década de 1980 para su zoológico privado.
Un día cuando salió a pescar sintió un movimiento tan fuerte debajo de su canoa que lo tumbó. “Una vez me atacó la hembra, (era) la primera pareja que llegó porque estaba recién parida”, contó a The Associated Press.
Molina, de 57 años, es uno de los pocos colombianos que ha sido atacado por los hipopótamos y aun así no está de acuerdo con que sean sacrificados.
Por primera vez desde que Escobar llevó ilegalmente los hipopótamos a Colombia, tan lejos de su natal África, el gobierno tomará acciones concretas para controlar su población: serán declarados una especie exótica invasora.
La norma será firmada en las próximas semanas, informó a AP el ministro de Ambiente, Carlos Eduardo Correa. Luego de la declaración el gobierno creará con expertos un plan de control de la especie que actualmente suma unos 130 ejemplares y que según las proyecciones pueden llegar a ser 400 en ocho años si no se controla su reproducción.
“Se habla de muchas acciones que se pueden hacer, pero sería irresponsable adelantarnos a cuál va a ser ese plan de manejo. Se habla de castración, esterilización, de quitarles la vida a unos hipopótamos, pero hoy en las redes sociales, como debe ser, opinan de cualquier forma. Aquí lo importante es el rigor técnico y científico con que se toman estas decisiones”, indicó Correa, quien explicó que las comunidades de la zona serán consultadas en la creación del plan de control.
La decisión es impopular. En Puerto Triunfo -a 200 kilómetros de Bogotá- los pobladores de la zona donde viven los hipopótamos los defienden y dicen estar habituados a su presencia, incluso algunos se oponen a la esterilización y más aún al sacrificio. Varias personas le dijeron a AP que están listas para protestar en caso de que ordenen su exterminio.
“Desde la distancia sacan leyes. Nosotros vivimos con los hipopótamos acá y nunca hemos pensado en matarlos… los hipopótamos ya no son africanos, son colombianos”, los defendió Isabel Romero Jerez, conservacionista de Puerto Triunfo donde se ubica la Hacienda Nápoles que perteneció a Escobar y que atrae a cientos de turistas luego de que el capo fuera abatido por la policía en 1993. Lo dice porque en África los hipopótamos son letales para los humanos, más que cualquier otro mamífero, mientras que en Colombia sólo se han registrado algunos lesionados.
“No los considero una amenaza, pero sí se presentan dificultades con ellos. En el municipio hemos tenido reportes de tres ataques a población civil”, contó a AP Carmen Montaño, funcionaria de la Unidad Municipal de Asistencia Técnica Agropecuaria de Puerto Triunfo. Los hipopótamos, además, ocasionan daños a los cultivos debido a que son principalmente herbívoros y en las noches buscan alimento en grandes cantidades.
Los habitantes de la zona relatan que algunas veces han salido del agua y andado por las calles del pueblo. Cuando ocurrió, el tráfico se detuvo y todos se alejaron. En la zona rural, donde viven a sus anchas, los pescadores suelen encontrarlos usualmente cuando pescan en la noche, pero es posible avistarlos de día.
“El animal hombre es el que invade el territorio de ellos, entonces por eso se sienten amenazados y atacan. No veo sino que el ser humano sea prudente, respetuoso, conserve distancias”, dijo Romero Jerez.
Los hipopótamos, territoriales y de hasta tres toneladas, son vistos en la zona como animales dóciles. Molina relató que dos familiares suyos se llevaron una cría recién nacida a la casa, le tomaron fotos y luego la devolvieron con su madre. “Me he dado cuenta de que son muy fáciles de domesticar”, aseguró.
Los científicos, en cambio, advierten que no tienen un depredador natural en Colombia y son un problema potencial para la biodiversidad ya que con sus heces cambian la composición de los ríos y podrían impactar el hábitat de manatíes y chigüiros.
Un análisis del Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander Von Humboldt, incluido en el documento del Ministerio que espera ser firmado, advierte que en un escenario de cambio climático y “un incremento en las condiciones ecuatoriales, clima idóneo para la especie… aumentaría su dispersión en el país y un potencial de solapamiento de nicho geográfico y ecológico con especies nativas, aumentando el riesgo de posibles competencias por recursos”.
Daniel Cadena, doctor en Biología y decano de Ciencias de la Universidad de Los Andes, explicó a AP que son animales agresivos y están “lejos de ser la ternura que muchos se imaginan”. «Hay estimados en África que indican que los hipopótamos matan más personas al año que leones, hienas y cocodrilos juntos… las peleas entre machos son una causa de mortalidad y, como existe en muchas especies en la naturaleza, hay infanticidio: los machos matan a las crías de otros machos”.
La norma que los declarará especie invasora está disponible para ser consultada por los ciudadanos antes de ser firmada por el ministro. El documento indica que se prohibirá la comercialización, tenencia, reproducción y propagación de la especie. Con esto el hipopótamo común se unirá a la lista de especies invasoras en el país como el caracol gigante africano, la rana coqui, la tilapia negra y el pez de león.
Esto permitirá al gobierno destinar recursos para controlar la población de hipopótamos, uno de los principales obstáculos hasta ahora. Actualmente hay un programa experimental de inmunocastración con un fármaco donado por Estados Unidos.
Esterilizarlos quirúrgicamente requiere sedarlos, transportarlos a un lugar seguro y luego cortar su gruesa piel. “Los hipopótamos no tienen lo que se llama dimorfismo sexual evidente, es difícil saber si un animal es macho… los genitales son internos”, explicó Cadena.
Se trata de un procedimiento costoso y complejo porque incluye hallar a los ejemplares cada vez más dispersos por el caudaloso río Magdalena, donde han encontrado condiciones climáticas favorables y coincidentes con su hábitat natural con una ventaja adicional: no hay estaciones ni sequías.
La declaración de especie invasora -y un eventual sacrificio de algunos ejemplares-, trajo a la memoria colectiva el caso de “Pepe”, un hipopótamo que tras escapar de la Hacienda Nápoles fue perseguido por francotiradores de una fundación ambiental privada y cazado a tiros en 2009, lo que provocó reclamos de ambientalistas.
Desde entonces no se ha registrado ningún caso similar en el país.