El Papa Francisco invistió como Cardenal a monseñor Álvaro Ramazzini, en la Basílica de San Pedro en el Vaticano. FOTO LA HORA/AP

Por Eder Juárez
ejuarez@lahora.com.gt

En una ceremonia celebrada en la Basílica de San Pedro, en Roma, el Papa Francisco, invistió a monseñor Álvaro Ramazzini como Cardenal, el título más alto que puede conceder el Pontífice dentro de la Iglesia Católica. Ramazzini ahora pertenece y forma parte del Colegio Cardenalicio.

Monseñor Ramazzini nació en la ciudad de Guatemala el 16 de julio de 1947, fue ordenado sacerdote el 27 de junio de 1971, y también se graduó posteriormente de doctor en Derecho Canónico de la Pontífice Universidad Gregoriana de Roma.

Durante 23 años dirigió la Diócesis de San Marcos e impulsó la creación de la Casa del Migrante. Desde 2012 es obispo de Huehuetenango y hoy se ha convertido en el tercer Cardenal guatemalteco en la historia, ahora nombrado por el Papa Francisco.

LAS INSTRUCCIONES DEL PAPA

El Papa Francisco fue el encargado de la investidura de los 13 nuevos cardenales, instruyéndoles además a apegarse a la fe y mostrar la compasión de Dios hacia los desafortunados del mundo.

El Pontífice presidió la ceremonia en la Basílica de San Pedro, elevando a prelados que comparten su misión pastoral en momentos en que su Papado está siendo atacado por sectores conservadores dentro del Colegio Cardenalicio, según la agencia AP.

Diez de los nuevos cardenales son menores de 80 años y por lo tanto pueden votar en un Cónclave, lo que aumenta las probabilidades de que un futuro Papa se parezca en gran medida al actual. Son religiosos dedicados a los migrantes, al diálogo con el Islam y al cuidado de los pobres en diócesis lejanas.

Tras este Consistorio, el Papa Francisco habrá designado al 52 por ciento de los miembros del Colegio Cardenalicio en edad de votar. Muchos de los pastores que reciben el capelo rojo provienen de diócesis remotas del mundo en desarrollo que hasta el presente jamás fueron representadas por un “Príncipe” de la Iglesia.

En cierto sentido Francisco estaba predicando a los convencidos, al pedirle a nuevos cardenales mostrar la compasión de Dios. Ello, afirmó, es “esencial” para entender el amor de Dios hacia los más débiles y marginados. “Si no lo siento, ¿cómo puedo compartirlo, atestiguarlo, conferirlo a otros?” preguntó el Papa en su homilía, según reportó la agencia AP.

«Tantas acciones desleales por parte de eclesiásticos provienen de una falta de sentido de compasión, de la costumbre de voltear la mirada, de la costumbre de la indiferencia”, añadió.

El Consistorio se realiza en momentos difíciles para el Papado de Francisco. Va en aumento la resistencia de sectores conservadores que se oponen a su énfasis en temas ambientales, los migrantes y otros temas liberales, y que prefieren la actitud doctrinaria de su predecesor, el Papa Benedicto XVI.

Grupos derechistas han denunciado el énfasis sobre temas ambientales por parte del Sínodo Amazónico, afirmando que ello es parte de un intento de crear una nueva religión “pagana”.

Francisco, que es argentino, es el primer Papa latinoamericano y el primer jesuita. Desde su elección en 2013 ha dado prioridad a las comunidades periféricas y marginadas tanto en sus viajes como en sus inquietudes pastorales y nombramientos.

“Nuestra Iglesia es vivaz, es una Iglesia jubilosa de música y danza”, dijo el arzobispo de Rabat, Marruecos, el español Cristóbal López Romero, uno de los nuevos cardenales. “Es una Iglesia donde hay más jóvenes que viejos, más negros que blancos”.

Otro de los nuevos cardenales es el jesuita canadiense Czerny, a quien Francisco ha encomendado algunas de sus misiones más importantes. También recibieron capelos rojos dos prelados con experiencia en las relaciones con el Islam: Miguel Angel Ayuso Guixot, que dirige la oficina de relaciones interconfesionales, y su predecesor en el cargo, Michael Fitzgerald.

Uno de los nuevos cardenales, y que ha superado la edad de votar, es evidentemente un favorito sentimental de Francisco: el jesuita lituano Sigitas Tamkevicius, que pasó 10 años preso en los campos de trabajos forzados, parte de ellos en Siberia, por sus actividades antisoviéticas.

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