Sandra Xinico Batz
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Dejamos de aprender y transmitir los conocimientos propios de nuestras culturas porque desde el racismo se les hace ver como obsoletos, anticuados, innecesarios, que no valen la pena; se nos impone la idea de que no son científicos, sino que “tradicionales”. Se prioriza lo extranjero y se aprende a ver lo nuestro como inferior, desde el desprecio, ya que en la jerarquía de los saberes todo lo que proviene de los pueblos originarios no sólo no tiene valor, sino que es sinónimo de subdesarrollo o atraso.
Nos sumergen en la ladinización pero nuestro “origen” sigue definiendo nuestra posición en la “escala” económica y por ello seguimos siendo empobrecidos. Y el empobrecimiento no tiene que ver sólo con lo económico sino también con lo cultural. Nos “forman” para ser “lo peor de lo peor”. El dinero determina la “calidad” de la educación que podremos comprar. La educación pública que mal concebimos como “gratuita” es sinónimo de deficiencia, mediocridad, y es el recurso de los pobres. La educación en Guatemala está para hacernos mediocremente funcionales para el sistema y por eso nos forman para obedecer y callar.
Por esto es que el conocimiento es poder y en este sistema se cultiva la ignorancia para mantener el sometimiento. Qué sólo uno de cada 10 estudiantes posea habilidades matemáticas básicas es la prueba de esto, de cómo pretenden destinarnos a “aprender” lo básico porque nuestro futuro no será pensar, reflexionar o crear, sino obedecer órdenes, cumplir metas, vigilar a los nuestros y conformarnos con ser “técnicos”.
“Aprendemos” a leer para creer tácitamente en lo que otros quieren que creamos, “aprendemos” a contar para contar las miserias que ganamos y las horas que trabajamos, “aprendemos” a escribir para hacer nuestra firma en el contrato de la empresa que nos explotará hasta desecharnos.
A los pueblos originarios no sólo se nos arrebató la posibilidad de formarnos y especializarnos en nuestras ciencias, sino que nos forzaron a introducirnos a un círculo vicioso de deficiencias en el que se compite entre el “menos” peor, algo que les ocurre también a las clases empobrecidas de ladinos que son formados para ser mano de obra barata incapaces de luchar por sus derechos y que de subalternos no pasarán. Esa es la idea del sistema educativo en el país: mantenernos sosegados, pasivos, inmóviles frente a nuestras desgracias.
También aprendimos que el conocimiento no se mide según la capacidad de análisis de una persona, sino que según la cantidad de títulos que se posea, aunque estos se hayan comprado y en el camino no hayamos aprendido más que zanganadas. ¿Tanto título para que al final votaran por Jimmy Morales? ¿Tanto “estudio” para que terminen pensando actualmente que la hija de un genocida es apta para ser presidenta? ¿Tantos años en Universidad y siguen siendo racistas?
Nos obligan a hacer a un lado los conocimientos de nuestras ancestras y nuestros ancestros para encajar y tener una vida diferente, al final terminamos sin esa vida diferente, endeudados, dependientes, ladinizados y deshistorizados, o sea, funcionales.