Francisco Cáceres Barrios
caceresfra@gmail.com

Hay un refrán popular que dice: “Cada cosa en su lugar y a su debido tiempo” lo que mis padres repetían cada vez que cometía el desatino de hacer o decir algo que por razones obvias no había escogido el momento más adecuado. Esa misma reacción tuve cuando me enteré de la iniciativa de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia que a su criterio permitiría la reducción de penas para todo aquel sindicado que confesara el delito del cual haya sido señalado. Si nuestro sistema judicial fuera un dechado de virtudes y si nuestros jueces, un ejemplo de idoneidad, capacidad y honestidad, sería bueno explorar la idea de descongestionarlo por esta vía, pero ¿No resulta totalmente contradictorio cuándo no hay un solo guatemalteco que se sienta satisfecho del mismo?

A buen número de la población la propuesta de los magistrados, despertó de inmediato grandes sospechas, dudas e inconformidades. Y es muy comprensible que ello haya sucedido pues cuando vemos a los encartados por haber sido los protagonistas de la más descarada actividad corruptiva de nuestra historia y en todos los niveles de la administración pública que están recluidos en centros de detención creados para ellos o en hospitales, casas de salud o en la calle como si nada hubiera ocurrido, ¿alguien podrá tener la certeza de que no corrieron otra vez por debajo de agua las “influencias” por todos conocidas para proponer la reducción de penas y que por otra parte no siguen habiendo intereses creados de por medio?

Vayamos a donde queramos ir, por todo el país podremos encontrar a nuestra gente como los once mil jicaques, porque el proceso judicial de los encartados en la enorme corrupción descubierta desde el año 2015 ha sido lentísimo, como que la extensión del mismo, hasta poder contar finalmente con sentencias firmes, todavía es de pronóstico reservado. ¿Podrá entonces calificarse de adecuada la propuesta de los magistrados, aduciendo que con ella se podría descongestionar la mora existente y con ello se evite el desgaste de justicia en Guatemala cuando hoy existen casos en los tribunales que evidencian lo contrario? ¿O no hay jueces sujetos a proceso?

Por otra parte, como decimos corrientemente, “hay delitos de delitos” y cuando los ponemos bajo la lupa en las actuales circunstancias, resulta un total contrasentido la propuesta de reducir sus penas. Por ejemplo, aquellos que van contra la vida, de la libertad y peor aún, los que perjudican a la humanidad, como los que sustrayendo, malgastando o mal utilizando recursos públicos han provocado daños y perjuicios irreversibles y hasta la misma muerte de miles de seres humanos integrantes de nuestra sociedad. ¡No a la reducción de penas!

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