PARÍS
AP

El primer ministro de Francia Manuel Valls expresó hoy su apoyo a las localidades que prohíben el uso del burkini, alegando que el traje de baño se basa en la «esclavitud de las mujeres» y, por lo tanto, es incompatible con los valores franceses.

El burkini, un atuendo similar a los trajes acuáticos que cubren el torso, las extremidades y la cabeza de la mujer, ha motivado un debate nacional en Francia sobre el islam y los cuerpos femeninos, aunque solamente es usado por un puñado de musulmanas.

Tres localidades mediterráneas ya vetaron su uso basándose en motivos de seguridad en un verano plagado de ataques extremistas. Los críticos con la medida alegan que es una norma discriminatoria que podría avivar las tensiones religiosas y sociales.

Muchos dicen además que la prohibición es sexista, decretos de alcaldes hombres diciéndoles a mujeres lo que pueden y no pueden ponerse.

Pero gran parte de la clase política francesa, desde la izquierda hasta la derecha, opina lo contrario: que los burkinis oprimen a las mujeres y por tanto no tienen cabida en un país cuyo lema celebra la igualdad y la libertad.

Valls señaló en una entrevista con el diario La Provence que el bañador representa una «provocación» y una «visión arcaica» de que las mujeres son «impúdicas, impuras y que por lo tanto deberían cubrirse por completo. Eso no es compatible con los valores de Francia».

La ministra de asuntos de mujeres, Laurence Rossignol, expresó una posición similar.

«El burkini es una visión particular del lugar de la mujer. No puede ser considerado solamente como una cuestión de moda ni libertad individual», dijo Rosignol en la radio Europe-1.

Valls manifestó sin embargo que no está a favor de una ley nacional que prohíba la prenda.

«Respaldo a quienes han tomado medidas. Están motivados por la voluntad de alentar unidad social», dijo La Provence, y añadió: «No pienso que debamos legislar ese asunto. Reglas generales sobre restricciones de vestuario no pueden ser la solución».

Leyes francesas prohíben ya velos que cubran el rostro en público y velos para el cabello en escuelas, sobre la base de que violan el secularismo francés y oprimen a las mujeres. Esas leyes han alienado a muchos de los 5 millones de musulmanes franceses. Extremistas islámicos las han mencionado entre sus motivos para ataques contra Francia.

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